domingo, 19 de diciembre de 2010

El periodismo, sus horarios y la imposible conciliación familiar o cómo arruinar tu vida

En mayor o menor medida, todos en esta profesión estamos por devoción y no por obligación. La mayoría de nosotros amamos esto del periodismo. Sin embargo, aquéllos que trabajamos en medios de comunicación, ya sea prensa escrita, radio o, en menor medida, televisión, tenemos bastante difícil llevar una vida medianamente normal. Vale que no somos funcionarios, que no pretendemos trabajar de ocho a tres de la tarde, ni fichar... Pero eso no quita para que algunos, al menos los que tenemos familia, hijos y esas cosas, sí echemos de menos algo de normalidad, entendiendo como tal poder llegar a casa antes de que estén acostados, disfrutar con ellos los fines de semana y festivos o no estar pendiente todo el día del teléfono móvil "por si ocurre algo". A veces, cuando oigo que se trata de una de las profesiones con más índices de divorcio no me sorprende e, incluso, me extraña que no haya más.
Pero más allá de que es lo que hemos elegido y de que es difícil adaptar la actualidad a la vida familiar, no es menor cierto que en la mayoría de los medios que conozco los horarios se rigen por antiguas prácticas, por modelos caducos en los que la presencia física en las redacciones era necesaria. Hoy en día, muchas de las tareas se podrían hacer desde casa o desde el lugar en el que ocurre la noticia.
En los periódicos prima más el cuánto que el qué; importa más las horas que se está en la redacción que la productividad. ¿De verdad hace falta trabajar 10 ó 12 horas diarias para escribir tres o cuatro informaciones?, ¿realmente es necesario pasar todo el día en el periódico? Curiosamente, cada vez los medios tienen menos noticias de elaboración propia y más de agencias, de nota de prensa, de comunicado, de rueda de prensa, de nevera. ¿Es necesario para hacer un periodismo cada vez más de corta y pega estar todo el día haciendo acto de presencia?
Yo, sinceramente, creo que no. Y veo también que la gente, al menos aquella gente a la que nadie espera en casa y cuya vida fuera de la redacción se reduce a la mínima expresión, prefiere estar allí, perdiendo el tiempo muchas veces, antes que salir a la calle, aunque sólo sea en busca de noticias frescas. Sé de gente que entre las veces que sale a fumar, el tiempo que pasa junto a la máquina de café... Apenas trabaja de verdad más allá de cuatro o cinco horas.
Sé que en muchos casos es difícil, pero en otros el trabajo se podría hacer perfectamente desde casa, con un ordenador en red conectado al software del periódico.
Del mismo modo, teniendo en cuenta que los medios digitales funcionan las 24 horas al día todos los días del año, ¿para qué nos empeñamos muchas veces en los medios en papel en tratar de meterlo todo en las páginas? ¿Acaso no nos damos cuenta de que por tarde que cerremos siempre habrá algo que se nos escape? Aunque cerremos a las tres de la mañana, lo que ocurra a las tres y un minuto no entrará.
Seamos conscientes de nuestras limitaciones y de la realidad cambiante. El papel debe asumir su nuevo papel interpretativo, de análisis de datos, de opinión, de explicación, y dejar de obsesionarnos por la información pura y dura, que para eso están ya los digitales o los boletines informativos de las radios y las televisiones. Salvo noticias puntuales como acontecimientos deportivos, reuniones de última hora... es absurdo cerrar a las tantas. En el resto de Europa la mayoría de los diarios en papel cierran sus ediciones mucho antes que en España y sin complejos.
Pero, reconozcámoslo, lo de estar en el trabajo muchas horas no ocurre sólo con los periodistas en este país, sino que es habitual el estar. Eso sí, luego tenemos los índices de productividad que tenemos.
Y es que, nos llenamos la boca con reportajes sobre la conciliación familiar pero no somos capaces de aplicar eso mismo a nuestras vidas. Y así nos va.

jueves, 16 de diciembre de 2010

La reputación digital: por qué y para qué

Ahora que las empresas se han lanzado a la red en busca de imagen, de clientes o de negocio, uno de los factores quizás más a tener en cuenta es de la denominada reputación online o, lo que es lo mismo, el prestigio que una determinada marca o producto tiene entre la comunidad digital. De hecho, hay quien asegura que la gestión de la reputación online es el resultado de conjugar la imagen que tiene de sí misma una empresa, la que quiere proyectar y la percepción real que tiene su público como resultado. Habitualmente, esto era algo que dependía de la propia compañía; sin embargo, con Internet, y muy especialmente con la llegada de la web 2.0, dicho prestigio está en manos de los blogueros, de las redes sociales, de los foros… No hay que olvidar, por ejemplo, que la segunda fuente de más confianza a la hora de tomar decisiones de compra en España –tras el consejo de familiares y amigos- son las opiniones en Internet. Por eso es muy importante para cualquier empresa tratar de gestionar el conocimiento, seguimiento y control de toda la información que le afecta, pues la mayor campaña de publicidad o la más cuantiosa operación de marketing pueden verse arruinadas por la mala crítica de un bloguero, las opiniones adversas de los usuarios en las redes sociales o cualquier otra iniciativa surgida para desprestigiarla.

Es el caso, por poner un ejemplo, del daño que sufrió la reputación online de Nestle, a causa de la acusación por parte de Greenpeace de que utilizan aceite de palma para la elaboración de su conocido “Kit kat”. La tala masiva de árboles de las selvas donde habita el orangután llevó a esta ONG a lanzar a través de la red varios vídeos de gran dureza que censuraban estas prácticas. Éstos comenzaron a circular a través de las principales redes sociales y no tardó en ser visto por cientos de miles de personas. Pero la mala imagen se vio empeorada por la respuesta de la compañía suiza, que se enfrentó a la comunidad online y trató de censurar los comentarios críticos en Facebook.

Este tipo de fallos son los que un community manager, es decir el profesional que debe velar por la reputación online y por mantener una relación fluida con los internautas, no debe cometer. Al fin y al cabo, esta labor no deja de ser una tarea más de un departamento de comunicación, razón por la cual este puesto lo suelen ocupar periodistas o personas venidas del mundo del marketing.

Porque, en el fondo, más allá del manejo de herramientas y de saber moverse como pez en el agua por las redes sociales, lo importante es ser capaz de ir por delante de las posibles críticas; intentar crear una buena identidad digital, que sea percibida de forma positiva por los internautas; saber neutralizar las opiniones negativas pero sin perder nunca el respeto a los autores; tratar de ganarse a los blogueros más influyentes y a los gurús que más seguidores tienen en las redes…

Sin embargo, no todas las empresas cuentan actualmente con este puesto por lo que, en muchos casos, no son capaces de reaccionar a tiempo cuando se encuentran con una campaña negativa en Internet o con malas opiniones. Como aseguraba recientemente José Antonio Gallego, presidente de la Asociación Española de Responsables de Comunicación Online (AERCO), a un diario, "el problema es que muchas compañías confunden la figura del community manager con la de un comercial que llena de mensajes los foros".

Con todo, también hay quien cree que lo importante es que se hable de uno, aunque sea mal.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Wikichascarrillos. Una reflexión sobre lo periodístico de las filtraciones y la sobrevaloración de la verdad

Tim Berners-Lee, considerado uno de los padres de la web, aseguraba recientemente en una conferencia que “el futuro del periodismo pasar por el análisis de los datos”. Sus declaraciones, recogidas por el diario británico “The Guardian”, abundan en el hecho de que, hoy en día, no vale con redactar noticias, con escribir sobre lo que ocurre, sino que hay usar los datos, trabajar sobre ellos, analizarlos. “Antes –asegura- se podían conseguir buenas historias charlando con la gente en un bar, pero eso, aunque aún puede ocurrir a veces, es cada vez más improbable, por lo que los periodistas necesitan equiparse con las herramientas necesarias para discernir lo que es importante de lo que no lo es, para mantener la perspectiva, encajar las piezas y ser capaces de explicar a la gente qué esta ocurriendo”.

En esta línea de pensamiento cabe mencionar la creación, por parte de la City University de Londres, de un master en Periodismo Interactivo, que aborda los cambios que afronta la profesión y los medios de comunicación, uno de cuyos ejes es lo que denominan Data Journalism o, lo que es lo mismo, “sourcing, reporting and presenting stories through data-driven journalism and visualising and presenting data”. Es decir, crear informaciones a partir de los datos.

Y digo todo esto a modo de introducción, porque durante las dos últimas semanas no hemos oído hablar de otra cosa –con permiso de los controladores- que no sean las filtraciones diplomáticas de Wikileaks, es decir, dar a conocer cientos de miles de cables enviados por los embajadores estadounidenses de medio mundo a su país. La web de Julian Assange –ahora prácticamente clandestina- pasó a un puñado de periódicos, entre ellos “El País”, toda la información para que éstos la hicieran pública. Desde entonces, cual folletín, viene siendo desgranada a diario más en función de aumentar las ventas –o de generar expectación al menos- que del interés periodístico.

Han sido muchos los que se han lanzado a decir que estos documentos suponen un antes y un después de las relaciones diplomáticas mundiales, que ponen en entredicho el papel de los periodistas y de los medios tradicionales… Pues bien, 12 días después de que empezasen a publicarse las filtraciones, no tengo yo la sensación de que las cosas hayan cambiado tanto. Y es que, en mi humilde opinión, estas revelaciones no hacen sino confirmar lo que todo el mundo pensaba. Nada nuevo bajo el sol. ¿O acaso alguien pensaba que los embajadores sólo se limitaban a obsequiar ferrerosrocher a sus invitados? Pues hacen lo que se supone que tienen que hacer: informar, influir, mediar, presionar si es necesario…

No resto valor a la exclusiva ni quito importancia a lo que se ha sabido –en lo que se refiere a España, especialmente lo relacionado con el caso Couso-, pero sí que considero que en la parte que me toca, es decir, en la periodística, le veo más merito a separar el trigo de la paja que al hecho en sí de su publicación pues, si alguien se las hizo llegar a Assange por propia voluntad, y éste a su vez se las ha pasado a los periódicos, ¿dónde está la labor periodística?, ¿dónde el análisis de los datos? Porque yo aquí veo más una selección que una interpretación. Se ha sido bastante poco selectivo y, en muchos casos, temerario, pues quizás se esté poniendo en peligro la vida de determinadas personas.

Quizás, y en esto habrá mucha gente que no coincida conmigo, la verdad esté sobrevalorada, especialmente cuando nos movemos sobre una estructura basada en los convencionalismos, la corrección política y la hipocresía. Y es que, si de repente todo el mundo supiese lo que decimos los unos de los otros, nuestro sistema de relaciones, de amistades, de familia, de trabajo, se rompería en mil pedazos. Y, además, ¿dónde está escrito que lo que se dice es más cierto que lo que no se dice, que lo que se cuenta es menos falto que lo que se piensa y no se expresa en voz alta? Muchas veces decimos lo que los demás esperan oír y no lo que realmente opinamos, así que sacar de una conversación privada una frase dándola como verdad absoluta es, cuanto menos, parcial.

viernes, 26 de noviembre de 2010

La radio saca músculo en plena revolución tecnológica

Mientras la televisión trata de adaptarse a los nuevos tiempos, dando cabida en su pantalla a Internet para no perder a los televidentes más jóvenes, y la prensa se debate entre un presente difícil y un futuro marcado por la incertidumbre, la radio ha conseguido, no sólo capear el temporal que han supuesto la irrupción de las nuevas tecnologías de la información, sino incluso salir airosa, casi sin despeinar, poniendo de manifiesto que hay cosas, como la voz humana, que no admiten sucedáneos.

Basta mirar los datos del EGM de los últimos años para apreciar que la radio, excepción hecha de Internet, por supuesto, es el único soporte cuya penetración no sólo ha caído en los últimos años, sino que, incluso, ha aumentado hasta el 56,5% actual, con tres oleadas consecutivas subiendo. Está sólo por detrás de la televisión, que alcanza un 88,3% pero que sufre un descenso lento y continuado desde hace más de una década, y muy por encima de la publicidad exterior, los diarios, las revistas e, incluso, Internet.

Además, puede presumir de un perfil de oyentes más que apetecible para el mercado publicitario pues se sitúa principalmente entre las clases más altas –al contrario que la televisión- y en una franja de edad muy amplia pero entre la que destaca la de 25 a 34 años.

¿Cómo es posible que esta revolución tecnológica que todo lo ha trastocado apenas haya hecho mella en la radio? Evidentemente, se trata de un soporte cuya principal debilidad es también su mayor fortaleza: la simplicidad. Más allá de fórmulas más o menos novedosas, de grandes fichajes o de tertulianos, el éxito de la radio radica, al final, en algo tan sencillo como el valor de la voz humana, de la capacidad del conductor de un programa de transmitir, de conmover, de conectar con quien está al otro lado. Y esa magia, que se tiene o no se tiene, no puede ser sustituida por ningún adelante tecnológico. En este medio la fidelidad es muchas veces mayor a las personas o a los equipos que a las propias cadenas –y si no que se lo digan a la Cadena Ser, buena parte de cuya audiencia deportiva se ha marchado con Paco González y Pepe Domingo Castaño a la Cope- pero no es menos cierto que el “zapping” radiofónico es menor que en la televisión.

Otra de las ventajas de la radio es que su relación con la audiencia apenas ha variado desde su nacimiento. Es más, las nuevas tecnologías tan sólo le han supuesto ventajas, pues, al contrario de lo que pasa con los medios escritos o con la televisión, el hecho de que los oyentes escuchen su emisora favorita desde un soporte u otro no le resta audiencia, sino todo lo contrario. En el automóvil; desde el iPod, el reproductor de mp3 o un teléfono móvil mientras caminamos, hacemos footing o viajamos; en el ordenador a través de la red en casa o en el trabajo; en el transistor de toda la vida en el salón o la cocina mientras realizamos las tareas del hogar… cualquiera de estos aparatos nos permiten escuchar la radio del mismo modo, sin que cambie un ápice nuestra relación con el medio.

Y lo más curioso es que fueron muchos los que vaticinaron su desaparición cuando llegó la televisión. ¿Para qué escuchar sólo sonido cuando ahora hay imágenes? se preguntaban los gurús de los cincuenta. Algo muy similar a lo que se cuestionaron, apenas medio siglo antes, otros muchos sobre el teatro cuando hizo su aparición el cine. Es un entretenimiento condenado a morir, pensaban. Sin embargo, finiquitada la primera década del siglo XXI, la radio, al igual que le ocurre al teatro, ahí están, tan frescos como siempre, mientras la televisión y el cine sufren para adaptarse a los nuevos tiempos.

Y es que, ¿acaso hay algo más hermoso que la voz humana?

jueves, 18 de noviembre de 2010

Comunicación y nuevas profesiones, ¿es todo periodismo?

Hasta hace no mucho, tener una licenciatura en Periodismo, daba opción a trabajar en pocas cosas –casi a las mismas que no tenerla- relacionadas con esta profesión: más allá de ser periodista en algún medio de comunicación, formar parte de un gabinete de prensa, ser director de comunicación de una empresa –dircom- o convertirse en profesor, poco más se podía hacer para no engrosar las listas de desempleo.

Sin embargo, las nuevas tecnologías, las mismas que han provocado el cierre de infinidad de medios y han puesto de patitas en la calle a cientos de periodistas, nos han abierto las puertas a profesiones hasta ahora inimaginables. Al rebufo de las redes sociales y la presencia de las empresas en la red, el mercado ha “parido” nuevos oficios 2.0: community manager, responsable de identidad o de imagen corporativa, social media strategist, content manager, social media manager, watchman… profesiones que, en bastantes ocasiones, se sitúan a medio camino entre la comunicación y el márketing, dos sectores de fronteras difusas y muy permeables y que pueden ser desarrolladas por profesionales de ambos mundos.

Más allá del gusto del mundo del márketing y la publicidad por las expresiones en inglés, tras estos rimbombantes nombres no se esconde otra cosa que profesiones cuya principal función es ser responsable de las acciones de una empresa relacionadas con Internet, de la comunicación web, de los seguidores-amigos que una marca tenga en las redes sociales… En definitiva, ser el enlace entre dicha marca o empresa y su comunidad virtual.

Evidentemente, estas nuevas profesiones abren la puerta a los periodistas a algo que, de otra forma, nos estaba vedado: el autoempleo. A la sombra de la esta revolución tecnológica 2.0 han florecido cientos de agencias que prestan este tipo de servicios pues, a excepción de las grandes corporaciones y las instituciones, la mayoría de las pequeñas y medianas empresas han externalizado estas tareas de prensa y comunicación.

Basta darse una vuelta por Twitter, una de las redes sociales donde los periodistas son más activos, para ver los miles de profesionales que en su perfil se definen como: “periodista y community manager”; “periodista y social media”; “periodista y asesor de comunicación”; “periodista y emprendedor social”; “periodista 2.0”… Y esto no ha hecho más que empezar. Tal y como están las cosas, todo aquél que no en un breve plazo de tiempo no se considere a si mismo un periodista multimedia o 2.0, capaz de lidiar sin problemas con las nuevas tecnologías tendrá serios problemas para desenvolverse en esta profesión, salvo que esté próximo a la jubilación y prefiera remolonear hasta que llegue ese momento.

Sin embargo, cabe decir también que los estudios se deberán adaptar también a esta nueva realidad, porque no hay que olvidar que, cada vez de forma más clara, una cosa es ser un comunicador y otra ser un periodista y no digo yo que tengan que ser carreras universitarias distintas, pero sí al menos especializaciones diferentes porque poco o nada tienen que ver las labores que desarrolla alguien que realiza las labores de comunicación de una empresa con un periodista que trabaja en un medio de comunicación, sea en el mundo real, sea en el digital. Es más, cabría plantearse la propia definición del término periodista para los primeros porque una cosa es comunicar y otra informar, una cosa es ser la voz y la imagen de una marca y otra tratar de contar lo que ocurre de una forma lo más veraz e imparcial posible, aun a sabiendas de que la objetividad es una quimera.

Y dadas las circunstancias y las condiciones de unos profesionales y otros, quizás llegue un momento en que nadie quiera ser periodista y todos aspiren a ser comunicadores. Y si no al tiempo.

martes, 16 de noviembre de 2010

Las redes sociales, el auténtico foro para el debate del periodismo

Como periodista, si algo me fascina de las redes sociales es que se han convertido en un auténtico espacio de debate, de análisis y de autocrítica de esta profesión. De repente, parece que todo el mundo está interesado en hablar sobre este trabajo nuestro, en opinar, en abrir las puertas para que cualquier pueda exponer sus ideas libremente. Más allá de los actos puntuales que se puedan celebrar en el mundo real, casi siempre bajo el esquema de conferenciante que habla y público que escucha, aquí, en las redes sociales, y muy especialmente en Twitter, todos tenemos algo que decir, jóvenes y mayores, expertos o principiante, en paro o trabajando, en precario o acomodados, profesores o alumnos… Es maravilloso ver cómo, en contra de lo que pudiera parecer antes de que existiera este mundo paralelo digital, sí nos interesa hablar de periodismo, de hacia dónde va este trabajo, de si somos útiles o no, de si hay futuro para el papel o si todo se cocerá en Internet. Cualquier tema es susceptible de debate.

Y lo mejor de todo es que son, en la mayoría de las ocasiones, los más jóvenes quienes llevan las riendas de estos debates. Son las nuevas generaciones, los 2.0 los que han roto tabúes y se atreven con todo. Y los que nos demuestran a los no nativos digitales que vienen pisando fuerte, muy fuerte, y que están dispuestos a mover la silla a los culos gordos que las ocupan desde hace años.

Y es que los jóvenes periodistas –y los no tan jóvenes, reconozcámoslo también- están no sólo abriendo el camino, sino mostrándolo. Se mueven, se apuntan al carro de las nuevas profesiones, son capaces de recorrerse media España asistiendo a cualquier evento sobre el sector, organizan actos como esos mágicos #cafeperiodismo, #EBE, #BCN Medialab… Es decir, que nunca antes como ahora el relevo generacional ha pisado tan fuerte. Y lo peor de todo es que muchos de estos emprendedores llenos de ideas, de proyectos, de ganas… están en paro o en trabajos precarios. Y otros muchos han decidido montárselo por su cuenta arriesgando su tiempo y su dinero.

Y mientras tanto, en las redacciones de los grandes medios no hacemos más que criticar a los becarios que se dejan los cuernos por hacer el trabajo de un senior cobrando lo que yo ya cobraba hace casi dos décadas cuando empecé como becario. “Estos jóvenes no son como éramos nosotros, no le echan ganas, no tienen sangre” decimos. Y aunque habrá quien no la tenga, parece evidente que muchos de ellos están más preparados que nosotros, tienen más formación, han estudiado fuera, saben idiomas, se manejan a la perfección en el mundo digital, etc. Pero nosotros tenemos trabajo –por ahora- y ellos no.

Mientras estemos en manos de gente no ya que no sabe apenas encender un ordenador, sino que ve con suspicacia los medios digitales; que mira Internet como un enemigo, en lugar de como a un aliado imprescindible; que considera las redes sociales un juego, cuando no una pérdida de tiempo; que cree que se es mejor periodista por pasar 14 horas en la redacción de un periódico aunque la mitad de ellas se pasen de charleta con los compañeros fumando en la puerta… mientras todo esto siga ocurriendo cabe la posibilidad de que cuando las nuevas generaciones lleguen arriba, esta profesión esté tan mal que ya no tenga remedio.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Los contenidos digitales, un sector de futuro

Si hay un sector con futuro en España, ese es el de los contenidos digitales, a pesar de que la crisis también le pasó factura el pasado año, cayendo su facturación un 5,3% respecto de 2008, según el Informe de Contenidos Digitales de Asimelec 2010, que analiza los distintos segmentos que conforman esta industria, y que la patronal ha elaborado por tercer año consecutivo. Con todo, el volumen de negocio alcanzó los 20.591 millones de euros.

Según el citado informe, a excepción de los segmentos de consumo de distintos servicios por Internet, la taquilla de cine y la industria editorial, todos los demás sectores experimentan descensos. Caen especialmente los ingresos por suscripciones a televisión de pago (-2,6%), por ser la primera vez que lo hace en cinco años, al igual que el de la industria de los videojuegos en soporte físico, cuyos ingresos por ventas en España fueron de 638 millones de euros en 2009, un 14,2% menos respecto al año anterior.

Otro de los mercados que ha sentido la crisis es el de la música, una tónica que se viene repitiendo a lo largo de los últimos años. Así, los conciertos experimentaron un recorte del 8,4% en 2009; esto es especialmente significativo, habida cuenta que la música en directo era la única rama del negocio que había seguido creciendo pese al descenso de la compra de discos. Por contraste, en este mismo segmento, los smartphones –teléfonos móviles “inteligentes”- han crecido un 91,9% como dispositivos para oír música, provocando el derrumbe de los MP3 y MP4, que caen un 31,5% y un 24%, respectivamente.

Por su parte, la industria del libro y las redes sociales mantienen crecimientos. En el mercado editorial, el libro electrónico se consolida como complemento al negocio tradicional y puede que esta campaña navideña logre su espaldarazo definitivo como producto de masas. De ahí, el nacimiento de plataformas como Libranda o Enclave. A este respecto, y a falta de datos de 2009, en 2008 se inscribieron 12.514 ISBNs de libros en formato electrónico, un 55,2% más que en 2007.

Por último, cabe destacar la mala situación que atraviesa la prensa escrita. El informe indica que sufre una grave crisis, provocada por los insatisfactorios resultados del pago por acceso a contenidos a través de Internet y la todavía leve acogida de los servicios de distribución de prensa online en e-book. En lo que se refiere a los ingresos por venta de ejemplares, el descenso fue contenido, un 5,6%.

Y para analizar la situación del sector se celebra en Madrid a partir de mañana, día 16, y hasta el miércoles 18, la cuarta edición del Foro Internacional de Contenidos Digitales (Ficod), que se desarrollará en el Palacio Municipal de Congresos de Madrid. Organizado por el Ministerio de Industria, el certamen reunirá a más de 15.000 profesionales de todo el mundo, 120 empresas colaboradoras y 200 ponentes.

Durante estos tres días, el Foro se convertirá en la gran cita de los profesionales de la televisión, la publicidad, el cine, la música, los videojuegos, la animación, las publicaciones digitales, la formación online, el periodismo digital y la publicidad interactiva. Una cita imprescindible para todos los actores del mercado, que intercambiarán experiencias y estudiarán los nuevos desafíos de futuro.

En esta edición se analizará, entre otras cosas, la transición de los modelos tradicionales de negocio, basados en soportes físicos, hacia nuevos modelos basados en la distribución online. Así, estarán presentes muchos de los protagonistas de casos de éxito de empresas online, que han asumido el liderazgo del mercado con iniciativas disruptoras. Un ejemplo es el sector de los medios digitales, donde las inversiones crecieron más de un 20% en el primer semestre del año en España, hasta alcanzar los 377 millones de euros.

domingo, 7 de noviembre de 2010

La paz no vende en los medios de comunicación, el morbo sí

Paz es, sin duda, una palabra hermosa, un anhelo, un deseo eternamente repetido, un objetivo, una excusa, un añadido que lo justifica todo… Sin embargo, ¿vende la paz como noticia? Si entendemos la paz como el fin de una guerra, como el punto y final a un conflicto, sí, puede llegar a ser noticia de portada por su excepcionalidad. Pero si por paz entendemos la ausencia de violencia, de asesinatos, de enfrentamientos, no es un tema que atraiga especialmente a los medios de comunicación.

Según un estudio realizado por el Institute for Economics & Peace (IEP) y Media Tenor, las noticias que tratan la paz de forma positiva apenas suponen un 1,6% del total de informaciones ofrecidas por las 23 cadenas de televisión de 15 países diferentes analizadas, entre ellas la española TVE1. Sin embargo, los medios dan una especial cobertura a historias violentas y que ofrecen una percepción negativa del marco en que se producen. Se podría decir, según este trabajo, que se tiende hacia cierto sensacionalismo, hacia una magnificación de los sucesos en comparación con la importancia que realmente tienen en la sociedad.

De hecho, algunos de los países más “pacíficos” son los que más espacio dedican en sus informativos a noticias relacionadas con la violencia o la inseguridad. Así, ocho de los 10 programas analizados que más tiempo dedicaron a la violencia eran de Estados Unidos o el Reino Unido. En el lado contrario, las cadenas de televisión más volcadas en informar sobre la paz fueron la qatarí Al Jazeera y la alemana ARD Tagesschau.

Mención aparte merece en el estudio el conflicto de Afganistán, que ha sido analizado con especial detenimiento, comparando las informaciones emitidas por CNN International, BBC World y Al Jazeera English. Es curioso que, en este caso, también sea la cadena de Qatar la que más tiempo ha dedicado a informar sobre los pasos dados en este país para afianzar la paz. Esta situación llega al punto de que Al Jazeera ofrece hasta tres veces más historias positivas que la británica BBC y ocho más que la estadounidense CNN.

Según Steve Killelea, fundador del IEP, “si los medios de comunicación hacen demasiado énfasis en las informaciones negativas, relacionadas con la guerra y la violencia, transmiten una sensación de que éstas son las únicas maneras de alcanzar la paz, todo lo contrario de lo que los expertos aseguran que es necesario para crear sociedades pacíficas”. Además, este tipo de noticias no hacen sino empeorar la imagen que el mundo tiene de los países que sufren un conflicto, con lo que se hace mucho más difícil poner en marcha iniciativas de paz o de apoyo a los gobiernos que apuestan por el fin de la violencia.

Este estudio, aunque parcial, sirve de ejemplo de hasta qué punto las historias negativas, macabras o escabrosas llaman más la atención de los propios medios y, por ende, de los lectores, que las positivas. Así, no es de extrañar que un asesinato en una gran ciudad como Madrid o Barcelona, donde este tipo de hechos no dejan de ser excepcionales, ocupe páginas enteras de los periódicos, magnificándolos y explotando su lado morboso o sensible. Sin duda, los medios damos carnaza y la audiencia, o parte de ella al menos, la recibe con las fauces abiertas.

Los medios parecen tener claro, por tanto, que al público no le interesan las historias positivas, las que nos muestran cómo se ha reducido la inseguridad, de qué modo un país ha alcanzado la paz o ha logrado poner de acuerdo a las partes en conflicto, los pasos que se han dado para reducir las tensiones entre dos bandos enfrentados… Sin embargo, quizás, como dijo Lenon, demos a la paz una oportunidad.

jueves, 28 de octubre de 2010

¿Es Wikileaks auténtico periodismo?

Wikileaks. Es la palabra que está en todas las bocas, en todos los debates Y no es para menos. Más allá de la importancia de los documentos que ha ido haciendo públicos tanto la pasada semana como en anteriores ocasiones, me interesa especialmente el papel que juega su irrupción como fenómeno informativo en el panorama periodístico actual.

Para muchos, su labor pone en entredicho la labor del periodismo tradicional. Su fundador y portavoz, Julian Assange, aseguraba recientemente en una entrevista que “dado el estado de impotencia del periodismo, me parecería ofensivo que me llamaran periodista”, por lo que el denomina “abusos” de esta profesión. “¿Qué abusos?”, le preguntaba la periodista. “El mayor abuso es la guerra contada por los periodistas. Periodistas que participan en la creación de guerras a través de su falta de cuestionamiento, su falta de integridad y su cobarde peloteo a las fuentes gubernamentales”. Ahí es nada.

Me muestro de acuerdo con Assange en buena parte de sus declaraciones acerca de esta profesión y sus miserias. Falta de cuestionamiento y de integridad son acusaciones muy duras pero no se alejan mucho de la realidad. Los medios y los profesionales no buscan sino el éxito, la primicia, vender más, influir más, tener más eco mediático… ¿Escribimos pensando en el público? Hace mucho tiempo que no, que perdimos de vista al lector, al oyente, al espectador, y eso nos ha conducido a alejarnos de la sociedad y a ser prescindibles. Y sitios como Wikileaks demuestran que la tecnología nos ha puesto en el disparadero y que, o evolucionamos o nuestro papel en el proceso informativo queda en entredicho.

Sin embargo, en lo que se refiere a la forma de trabajar de Wikileaks, no tengo claro que pueda denominarse periodismo. Hay quien asegura que se trata de periodismo sin periodistas, pero me surgen dudas acerca de si recibir cientos de miles de documentos y colgarlos en la red, para que el lector rebusque como en una suerte de rastrillo virtual, es periodismo. No estoy cuestionando el valor de la información que aportan estos informes, pero discrepo en cuanto a que la forma de darlo a conocer sea algo equivalente al periodismo.

Si yo mañana encuentro unos informes confidenciales y los cuelgo de mi página de Internet, para que cualquiera pueda tener acceso a ellos, ¿estoy haciendo periodismo? Evidentemente, no. Pero, además, me surge la duda de si es necesariamente bueno que toda esa información en bruto sea accesible para cualquiera. ¿Por qué? Obviando la idea de que existan guerras “legales” y guerras “ilegales” –o justas e injustas-, no es menos cierto que todos los conflictos bélicos, todos, provocan daños colaterales, sacan lo peor del ser humano estén en el bando que estén y esconden actuaciones atroces de un lado y de otro. La participación de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial en Europa para combatir el nazismo es un claro ejemplo de “guerra justa” y, sin embargo, un “wikileaks” de entonces habría podido sacar miles de trapos sucios de las tropas yanquis a su paso por el viejo continente.

Por tanto, ¿qué ha hecho Wikileaks hasta ahora? Pues, realmente, poner letra a una música que todos conocíamos, concretar con cifras lo que cualquiera podía imaginar. ¿O acaso no sabíamos que tanto en Irak como en Afganistán están muriendo civiles o se cometen torturas? Quiero decir con todo esto que no creo que lo que hace Wikileaks sea, ni remotamente, periodismo de investigación. Paralelamente, este mismo lunes el diario británico “The Independent” informaba de que antiguos miembros de Wikileaks han denunciado que la “obsesión” de Assange con el Ejército estadounidense ha hecho que no se hagan públicas otras filtraciones relacionadas con temas diferentes. Y es que, quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra.

viernes, 22 de octubre de 2010

Los guardianes del español: la RAE y Fundéu

El Nobel a Mario Vargas Llosa ha puesto de manifiesto, no sólo la pujanza del español como idioma, sino la importancia de escribir un buen español, algo que el escritor peruano hace a la perfección, no obstante es miembro de la Real Academia Española desde 1996. Pero el buen uso de nuestro idioma no es, o no debería ser, sólo patrimonio de los escritores o los académicos, sino también de los periodistas, como ya señalábamos en este mismo espacio hace apenas unas semanas, algo que, desgraciadamente, se cumple cada vez menos.

Por este motivo, es digno de elogio el esfuerzo que hacen distintas instituciones en favor del español. Evidentemente, la RAE es una de ellas y, quizás la más importante, en cuanto “tiene como misión principal velar porque los cambios que experimente la Lengua Española en su constante adaptación a las necesidades de sus hablantes no quiebren la esencial unidad que mantiene en todo el ámbito hispánico”. Pero más allá de su labor formal, es de destacar el trabajo que realiza como guía del idioma, fundamentalmente a través de su página web www.rae.es, con la versión digital de su diccionario del panhispánico de dudas y desde la que responde a consultas relacionadas con el idioma. Acaba de publicar, además, el manual de la Nueva Gramática de la Lengua y está a punto de lanzar una edición actualizada de la Ortografía, publicada en 1999, y que busca una política lingüística común para todos los países de habla hispana. Tendrá unas 700 páginas, aunque se editará también una versión reducida “y hasta una cartilla”.

Menos conocida quizás, y no por ello menos importante, es la magna y espléndida tarea que realiza la Fundación del Español Urgente (Fundéu), institución creada por la agencia Efe y BBVA, sin ánimo de lucro, “que tiene como principal objetivo colaborar con el buen uso del idioma español en los medios de comunicación, cuya influencia en el desarrollo de nuestra lengua es cada vez mayor”. Y vaya si lo hacen. Desde su creación, hace poco más de cinco años, han tratado siempre, a ambos lados del Atlántico, de resolver cuantas dudas se plantean en relación con el uso de nuestro idioma, respondiendo rápidamente a las cuestiones requeridas. Una de sus principales herramientas para ejercer su labor es la tecnología, ya que gracias a Internet -www.fundeu.es- la pueden llevar a cabo de forma más rápida y directa.

Así, responde a las consultas de los medios mediante el correo electrónico, el teléfono o cualquier otro sistema, lo que hace de Fundéu, según sus propias palabras, “una suerte de «consultoría de intervención rápida» ante neologismos y otros problemas que contribuyen a dificultar la comunicación entre los hispanohablantes”. Realiza además informes lingüísticos, actualiza el Manual de Español Urgente –libro de estilo de la Agencia Efe-, ha creado y mantiene un foro en Internet que alberga debates sobre temas lingüísticos, edita libros… y, desde hace menos de un mes, también ha apostado por Twitter. Quizás sea esta última herramienta un termómetro perfecto de hasta qué punto su labor es importante para los periodistas: desde su llegada a esta red social, el 30 de septiembre, cuenta ya con más de 1.300 seguidores -900 sólo en la primera semana-, buena parte de ellos profesionales del sector de la comunicación. Además, es interesante constatar cómo la interactividad de esta red social ha servido para que determinadas cuestiones sean debatidas en tiempo real entre la propia Fundéu y sus seguidores, como fue el caso de los términos “tuitear”, para referirse a escribir mensajes en Twitter, o “tuitero”, como término que define a quien la usa.

También es muy interesante y tremendamente útil, tanto para los periodistas como para cualquier persona interesada en el uso de nuestro idioma, su diccionario de dudas, que denominan Vademecum -fundeu.es/esurgente/lenguaes/- y que es siempre de gran ayuda.

domingo, 17 de octubre de 2010

Los últimos artesanos del periodismo

Mientras los grandes medios se debaten entre la comunicación 2.0 y el apego al papel, mientras los periodistas de postín discuten si su futuro será digital, impreso o si no será, mientras los gurús ponen fecha a la defunción definitiva de los periódicos, tal y como hoy en día los conocemos… mientras todo esto ocurre aún quedan pequeños reductos donde el periodismo todavía es un oficio artesanal realizado con mimo, donde los periodistas siguen pateando la calle y tratando a las fuentes cara a cara, donde el trabajo se sigue haciendo por amor al arte, por vocación, porque sí.

Son multitud los municipios españoles en los que se editan pequeñas publicaciones que sobreviven a duras penas y que salen adelante con el esfuerzo de unos pocos, periodistas o no, aprendices en cualquier caso. No hay registros ni datos oficiales; no se saben cuántos son ni cuantos ejemplares publican; no están apenas organizados –no hay ninguna asociación específica de prensa de información local- ni son noticia más allá de su ámbito, pero ahí están, saliendo a la calle cada semana, cada quincena, cada mes, cuando se puede, cumpliendo una labor social nunca lo suficientemente reconocida.

Y permítanme que ponga mis ojos en un caso concreto, una pequeña publicación que ha cumplido este 2010 95 años de vida, ahí es nada, que ve la luz en el municipio onubense de Isla Cristina –es la más antigua de Huelva y la tercera de Andalucía-, que ha sobrevivido a una guerra, infinitas crisis, a la monarquía, la república y la dictadura, a ayuntamientos democráticos de todos los colores… y ahí sigue, manteniéndose a flote gracias a la publicidad y la venta de ejemplares, saliendo adelante no sin dificultad, sin subvenciones, sin ayudas y sin mendigar.

Me estoy refiriendo a “La Higuerita”, un milagro del periodismo que tiene una periodicidad quincenal, que es de pago -1,50 euros- y que cuenta con una tirada de 1.300 ejemplares y una audiencia de 9.000 lectores para una población de 20.000 habitantes. Además, no sólo se vende en los quioscos y librerías de la localidad, sino que, vía suscripción, alcanza todos los rincones de España y alguno que otro de más allá de nuestras fronteras. Y es que no sólo se trata de un medio de comunicación, sino que este tipo de publicaciones son también el cordón umbilical que mantiene unidos a muchos ausentes con sus pueblos de origen. Y si a algún punto no llega con el papel, también dispone de una edición digital –www.periodicolahiguerita.com- que, en poco más de un año de vida, ronda las 200.000 visitas. Y es que, la tradición y las nuevas tecnologías no tienen por qué estar reñidas.

¿Qué cómo se logra algo así con la que está cayendo? Pues gracias a la labor de periodistas si no de formación, sí de vocación; gracias a personas que dedican sus ratos libres a escribir, a hacer fotografías, a entrevistar a los personajes más representativos de su ámbito, a hablar con la gente, a redactar gacetillas y crónicas de vida social. A plasmar, en definitiva, las pequeñas realidades de la vida cotidiana, a hacer periodismo local, hiperlocal si me apuran ahora que este término está tan de moda, a hacer periodismo de verdad, del bueno, del que no espera nada a cambio.

Y aunque en los últimos años han ido apareciendo en municipios de cierta entidad publicaciones locales gratuitas pertenecientes a grupos de comunicación –caso de Publicaciones del Sur, en Andalucía; Gacetas Locales, en Madrid; o Gente, en todo el territorio nacional-, su forma de trabajar, su “estandarización”, su propia estructura, poco o nada tienen que ver con este tipo de prensa local artesanal a que nos referimos, independiente y que se mantiene, no como un negocio –cuánta prensa ha nacido al abrigo de la publicidad institucional y las subvenciones- sino casi como una institución.

lunes, 11 de octubre de 2010

Auge y caída de 33 vidas encumbradas a lo más alto para dejarlas caer después

33 vidas son 33 vidas, ya sea en Chile ya en Pakistán. Sin embargo, los medios de comunicación nos hemos encargado de que la vida de 33 mineros atrapados bajo tierra desde hace dos meses sea mucho más importante que la muerte de tanta y tanta gente en cualquier otro rincón del mundo. Como un perro agarra a su presa, los periodistas hemos decidido que esta historia es un filón y que debe llenar páginas y páginas. De aquí están saliendo portadas, reportajes y, sin duda, se rodará alguna película.

Nosotros, los periodistas, hemos encumbrado a estos 33 hombres cuya vida hemos decidido que vale más que, sin ir más lejos, la muerte de unos cientos de compromisos suyos en el terremoto que asoló Chile hace sólo unos meses. Ni siquiera el devastador temblor de tierra que destruyó Haití ha merecido tanto espacio en los medios.

33 vidas son 33 vidas. Pero éstas valen más porque la historia vende, porque la sensibilidad está a flor de piel, porque el planeta está pendiente de cómo, cuándo y cómo salen de ese infierno en que quedaron encerrados un 5 de agosto.
En infinidad de rincones del mundo mueren mineros sepultados y otros, con más suerte, son rescatados con vida. Pero éstos hemos decidido encumbrarlos y convertirlos en héroes, sin más mérito que haber sido afortunados y no haber muerto sepultados. Nada les hace diferentes de otros tantos que han muerto. De hecho, si hubieran muerto aquel 5 de agosto no habrían merecido más que una columna -o quizás ni eso- en una página de la sección de Internacional de los periódicos.

33 vidas son 33 vidas. Pero éstas van a ser carne de cañón. Cuando salgan se encontrarán con un despliegue mediático sin precedentes. Serán portada de periódicos, serán entrevistados para medios de todo el mundo, los flashes de las cámaras les cegarán durante unos días... Serán el centro del universo pero, ¿durante cuánto tiempo? Un par de semanas a lo sumo, quizás en Chile algo más.

33 vidas son 33 vidas, pero poco las iremos olvidando y en no mucho tiempo no sabremos si les han despedido de la mina, si viven en la miseria o han rehecho sus vidas, si no han soportado volver al anonimato y se han refugiado en el alcohol o las drogas para superarlo. Les habremos subido a lo más alto para dejarlos caer. Y ni siquiera giraremos la cabeza para ver como se estrellan. Muchos de estos hombres jóvenes quizás mueran en unos meses en otro accidente en otra mina. Sea como fuere, una vez cumplido su papel de alimento de la bestia informativa, una vez deglutidos en el intestino del sistema, no serán más que un excremento más.

33 vidas son 33 vidas y ésta son como las demás, ni mejores ni peores. Pero no nos interesará saber nada de ellos después. Así son las cosas y así se las hemos contado.

viernes, 8 de octubre de 2010

Periodismo en 140 caracteres

La revuelta policial que la pasada semana sufrió Ecuador y que su presidente, Rafael Correa, calificó de intento de golpe de Estado, se convirtió en un hecho histórico, no tanto por su trascendencia –más bien escasa- sino por haberse convertido en el bautismo de fuego de Twitter como medio de comunicación.

Bien es cierto que en anteriores ocasiones ya había servido para dar a conocer la situación interna de algunos países o para mostrar la represión, como fue el caso de las revueltas en Irán de comienzos de este año. Sin embargo, en esta ocasión se pudo seguir, minuto a minuto y a través de esta red social, lo que estaba ocurriendo en el país antes de que las propias agencias de noticias informaran o de que las ediciones digitales de los medios ecuatorianos lo colgaran en sus páginas.

La cobertura de los hechos que hicieron numerosos periodistas a través de sus cuentas en Twitter fue seguida por miles de personas que, a su vez, “retuiteaban” los mensajes a sus seguidores, multiplicando exponencialmente el eco de estos mensajes de hasta 140 caracteres de longitud. Especial atención merece el caso de la periodista quiteña Susana Morán, que desde las calles de su ciudad, y a través del móvil, fue "tuiteando" en directo todo cuanto ocurría para la red social. Tal fue su eco que ahora tiene cerca de 9.000 seguidores.

Pero no sólo fueron los periodistas los que hicieren uso de esta herramienta. De hecho, fue esta red social la elegida por la Presidencia de Ecuador para decretar el Estado de Excepción –“Gobierno declara estado de Excepción” rezaba el escueto mensaje-, dado que Rafael Correa estaba acorralado en un hospital por los agentes amotinados. Una hora después era el vicepresidente del país el que utilizaba la misma cuenta para mostrar su lealtad: “Vicepresidente de la República ratifica su total apoyo al Presidente Rafael Correa Delgado”. Y así, poco a poco, a través de esta canal, distintas autoridades e instituciones ecuatorianas fueron mostrando su apoyo a la legalidad vigente. Paralelamente, Twitter fue utilizado también por otros presidentes de países vecinos para mostrar su apoyo a Correa.

¿Quiere decir esto que hasta ahora no se le hubiese dado este uso a Twitter? En absoluto, pues ya se utiliza para retransmitir acontecimientos deportivos o eventos de cualquier tipo en directo, pero lo que sí es cierto es que este hecho ha sido una especie de puesta de largo oficial. Si hasta la fecha muchos veían la web del pajarito como un entretenimiento o como un sitio más en el que estar para completar el kit de perfecto internauta, ahora ha demostrado que, no sólo es una de las herramientas más utilizada por los periodistas –profesión que ha hecho de Twitter un soporte más-, sino que incluso las administraciones se han dado cuenta de su enorme potencial como altavoz.

Aunque hay muchas voces aún que dudan que Twitter pueda definirse como un medio de comunicación y que creen que en 140 caracteres es imposible hacer periodismo, hay también infinidad de opiniones que opinan lo contrario y que consideran que su inmediatez, su uso a través de cualquier otro dispositivo portátil, y su interactividad convierten esta herramienta en un arma de gran valor para los informadores, puesto que, además, permite colgar fotografías, enlazar con informaciones más amplias o con blogs…

Y es que no hay que olvidar que esta red social –o agencia de micronoticias personales, como la han definido algunos- cuenta con 145 millones de usuarios en todo el mundo. Además, es gratis, puede ser utilizada desde un teléfono móvil y es abierta, es decir, cualquiera puede seguir a cualquiera sin permisos ni autorizaciones. Si tenemos en cuenta además que los “tuits” o mensajes pueden ser “retuiteados” a su vez infinitas veces, nos dan idea del efecto multiplicador que un titular puede alcanzar en esta red. Y es que un buen periodista puede decir mucho en sólo 140 caracteres.

lunes, 4 de octubre de 2010

Anunciante, apadrine a un periodista por poco dinero

Los anunciantes en medios de comunicación podrían apadrinar periodistas, como se apadrinan negritos en África, y, a cambio, el periodista apadrinado se convertiría en soporte publicitario del producto anunciado.

Asegura la Asociación de la Prensa de Madrid, en su avance del Informe Anual de la Profesión Periodística, que el número de profesionales de la comunicación que se han quedado en el paro en el último año ha pasado de 3.030 a 6.500. Y lo que es peor, la situación económica de las empresas periodísticas no tiene visos, en general, de mejorar, pues el mercado publicitario se sigue manteniendo bajo mínimos y, en cualquier caso, creo que nunca alcanzaremos los niveles previos a la crisis.
Por tanto, y ante el cariz que toma la situación, propongo a los anunciantes de este país, públicos o privados, grandes o pequeños, españoles o extranjeros, una acción novedosa y muy beneficiosa para todos: adoptar a un periodista. Así de simple y así de sencillo. Con esta idea, la inversión publicitaria que haga un medio -que suele ser de varios miles de euros- iría, directamente, a sufragar total o parcialmente el sueldo de un periodista. Si se trata de una campaña potente, se podrían apadrinar varios o, incluso, a un redactor jefe o un subdirector.
A cambio, el apadrinado serviría, durante el tiempo estipulado, de soporte publicitario de la marca en cuestión, bien a través de prendas de ropa -camisetas con mensaje-, salvapantallas del ordenador, carteles, pegatinas o, incluso, si el cliente lo paga, pintando el coche con la identidad corporativa del anunciante apadrinador. Igualmente, y por un plus, el periodista apadrinado divulgaría las excelencias del producto anunciado allá donde fuese a ejercer su trabajo, ya sea en ruedas de prensa, entrevistas, juicios, conflictos bélicos... Así, en plena rueda de prensa de la administración correspondiente, levantaría la mano y, antes de hacer la pregunta pertinenete, explicaría a los presentes las bondades del anunciante. Si esta idea se extiende, los distintos periodistas que cubran un acto intercambiarían mensajes publicitarios entre sí, con las consiguientes ventajas para los anunciantes.
Este tipo de contratos de apadrinamiento asegurarian al apadrinado la continuidad de su puesto de trabajo en tanto en cuanto dure la campaña publicitaria en cuestión y, si se esmera en su labor informativo-comercial, el anunciante podría prorrogar la campaña.
Se trata sólo de una idea susceptible de mejoras y es adaptable a las necesidades de cada medio y de cada anunciante pero, en fin, podría servir al menos para dar un poco de esperanza a los sufridos periodistas. Además, estas acciones podrían desgravar -como si se tratara de donaciones a una ONG- y, además, el anunciante recibiría una foto del periodista -por si la quieren llevar en su cartera y luego enseñarla a otros anunciantes- y un informe semanal de sus actividades, sus progresos vitales, si ha logrado seguir pagando su hipoteca...
Ahí la dejo.

domingo, 3 de octubre de 2010

Pagar por la información es una cuestión no sólo de principios, sino de responsabilidad

La cultura de lo gratis sólo puede traer consigo la desaparición de los grandes medios de referencia, con lo que sus ediciones digitales también desaparecerían. ¿Pasa el futuro por informarnos exclusivamente a través de pequeños medios digitales, de confidenciales, de blogs...? Yo creo que estas opciones son un magnífico complemento, pero unos sustitutos. Pagar por la información, por los contenidos, es una obligación moral y una inversión de futuro.

Cuando los profesionales de esto del periodismo debatimos sobre el futuro de los medios, en demasiadas ocasiones nos olvidamos de un elemento clave: el lector, el oyente o el telespectador, llamémosle como queramos. Su papel, más allá de nuestros esfuerzos por mejorar y dignificar la profesión, más allá de los avances tecnológicos, más allá de los contenidos o de los soportes, es fundamental porque, al final de todo el proceso, es el que elige entre un medio u otro, entre un soporte u otro.

Y ese conjunto de receptores del mensaje, esa audiencia, se guía por muchos factores, pero uno de ellos es el del precio o, mejor dicho, el del no precio. La llegada de Internet ha a muchas ventajas, ha cambiado el mundo que conocemos, pero también ha acarreado no pocos problemas y uno de ellos, quizás el más grave en lo que atañe al periodismo, es la gratuidad, el desprestigio del precio como contraprestación a un trabajo.

La piratería ya se ha llevado por delante la gran mayoría de los videoclubes de España, no pocas compañías de música y un gran número de cines. Nos estamos acostumbrando a no pagar por nada, a asumir que todo está ahí y lo podemos coger. Es como si, de repente, la gratuidad se hubiera convertido en un derecho inalienable del internauta al que nadie pudiera poner cortapisas. Cada vez que las administraciones tratan de legislar al respecto, se alzan voces en contra, como si la red tuviese que ser un autoservicio gratuito en el que cada cual pudiese servirse lo que quiera, cuando quiera y como quiera.

De acuerdo que la prensa digital es gratuita y que quien se informa a través de periódicos online no comete ningún delito. Pero no debemos olvidamos que, quien más y quien menos, desea informarse a través de medios de prestigio, es decir, la versiones digitales de las publicaciones tradicionales. Sin embargo, todos sabemos, y si no lo deberíamos saber, que si sólo accedemos a los contenidos gratuitos en Internet, es decir, no compramos el periódico en papel, la supervivencia de ese medio se tambalea y, en no mucho tiempo, acabará cerrando pues, hasta ahora, sus ediciones online no les suponen ingresos suficientes.

¿Qué ocurrirá entonces si nadie compra periódicos en papel? Pues que desaparecerán los medios de referencia y sólo quedarán medios nativos, es decir, nacidos en Internet. No digo yo que no puedan ser fiables a largo plazo, pero ¿qué medio digital puede permitirse una redacción amplia y preparada como para poder cubrir cualquier hecho?, ¿pueden acaso éstos mantener una red de corresponsales, enviar periodistas a una guerra o a seguir un Mundial de Fútbol?

Si desaparecen los grandes, ¿debemos fiarnos únicamente de los confidenciales y de los pequeños medios que se nutren de información de tres o cuatro agencias, lo que supondría que todos llevasen las mismas informaciones?

Una cosa está clara y es que hace falta un poco de honradez, de ética, de principios, de solidaridad si me apuran, pues, de lo contrario, en unos pocos años la calidad de los medios no será la misma. Comprar el periódico en papel o pagar por contenidos online es, no sólo una inversión en calidad informativa, sino una responsabilidad de todos aquellos que amamos el periodismo. Y si no, atengámonos a las consecuencias.

jueves, 30 de septiembre de 2010

¿Qué fue de la obligación de los periodistas de escribir bien?

A través de los vericuetos de Twitter -Sala de Prensa-, llego hasta un artículo que el gran escritor y periodista mexicano Carlos Monsiváis, fallecido este año, escribió allá por 2007 y que, bajo el título “Periodismo y escritura, ¿qué es escribir bien?”, criticaba la poca importancia que los informadores de hoy en día le dan a la corrección, al estilo e, incluso, a la ortografía.

Asegura Monsiváis que “hace medio siglo persistía la certeza de que escribir bien era un deber de los periodistas”. Hoy, sin embargo, “a propósito de un reportero o de un articulista, es infrecuente oír el “escribe muy bien”, y lo común es la resignación de los lectores ansiosos de informarse, pese al enredo mortal de la sintaxis de un gran número de redactores y reporteros”. Analiza el escritor en su artículo pormenorizadamente las razones que, a su juicio, causan esta situación, entre las que destaca la reducción del vocabulario utilizado, la destrucción de la memoria –sustituida por Internet-, el desplazamiento a un segundo plano en los estudios de comunicación de la literatura y de la escritura, “el uso de cada vez menos palabras quiere decir también el adelgazamiento de las noticias”, al deseo de la fama rápida de los propios periodistas, que les lleva a anhelar “no un trabajo periodístico sino la sobre-exposición mediática” o la muerte de la buena prosa y del discurso crítico a manos de la “exclusiva”.

Son sólo algunos ejemplos, pero muestran, muy a las claras, por dónde va la escritura en la actualidad. Pero quizás haya muchas otras razones para que los jóvenes periodistas no tengan la ortografía y la corrección estilística como prioridades. Que la cultura visual en la que vivimos hace que se lea menos es evidente, pero no me atrevería a decir que las generaciones actuales leen menos que las anteriores. Sin embargo, sí está claro que las nuevas tecnologías, con todo lo que tienen de bueno, han hecho mucho daño a la escritura porque en la red se encuentra lo mejor y lo peor, y todo al mismo nivel, es decir, es difícil, si se carece de una buena base, lo que es correcto de lo que no lo es, lo que está bien escrito de lo que no lo está.

Y no es Monsiváis el único que ha escrito sobre esto, no. Ya hace unos cuantos años, en 1994, el sociólogo Amando de Miguel escribió una obra titulada “La perversión del lenguaje”, que debería ser de lectura obligatoria para todos aquéllos que nos ganamos la vida con esto de la escritura. En uno de los capítulos de este libro, titulado “Quiosco de periódicos”, explica que los diarios “son una de esas vías de perversión de la lengua común a la que me refiero” y critica, no sólo a los propios periodistas, sino también a los opinadores y columnistas que escriben en los medios y no siempre de la manera más correcta.

Pero, y no es corporativismo, no creo que la culpa de esta dejación sea únicamente –aunque también- de los periodistas. Me consta que muchísimas de las faltas de ortografía o errores gramaticales que llegan a manos de los correctores de los propios medios –algunos desgraciadamente no pasan este filtro y ven la luz- no son provocados por el desconocimiento, sino por la prisa, mal endémico de esta profesión. Los redactores no tienen tiempo muchas veces de releer lo que han escrito y otras, aun teniéndolo no lo hacen. Es decir, mandan las páginas tal cual las escriben con el peligro que ello conlleva. Bastaría muchas veces con una lectura pausada de lo redactado para evitar, no ya las faltas ortográficas, sino las frases sin sentido, las incorrecciones gramaticales, las incongruencias, las repeticiones, la retórica…

En cualquier caso, y sea culpa de quien sea, deberíamos hacer entre todos un ejercicio de responsabilidad y de ética para escribir bien, para que los lectores nos entiendan y para no ser un mal ejemplo pues si leyendo se aprende a escribir, que seamos buenos maestros.

viernes, 17 de septiembre de 2010

¿Soy un romántico porque creo en la convivencia del papel con los soportes electrónicos?

El mercado y la realidad son tozudos y si el papel estuviese condenado a muerte, ya sería un cadáver. No hay motivos para que la agonía sea lenta y prolongada.

Estoy preocupado. En una charla entre periodistas sobre el futuro de la prensa, yo defiendo la convivencia de soportes, que el papel -al menos en los próximos 20 o 30 años- no desaparecerá, sino que convivirá con todo tipo de pantallas electrónicas -tabletas, móviles, portátiles...- además de con la televisión o la radio. Por más que intento argumentar esta teoría, ellos aseguran que no, que el futuro del papel es negro negrísimo y que a no mucho tardar desaparecerá. Vale, no me importa discrepar, pero sí me preocupa que me digan que mantengo mi teoría más por un deseo de que el papel no desaparezca que por un convencimiento real. Y lo que es peor, me dicen que soy un romántico.
No sé que pensar. Estoy confundido. ¿Debería replantearme mi teoría de la convivencia de soportes?, ¿debería abrir los ojos y ser realista?, ¿debería hacerme a la idea de que el papel es cosa del pasado?, ¿de verdad soy un romántico?
Ya he escrito en este blog muchas veces sobre este tema, y no voy a repetir mis argumentos a favor del papel, aunque sí me reafirmo en que lo que hace a la gente decidirse por un soporte u otro son detalles mucho más de forma que de fondo.
Pero me planteo otra duda. Si dejase de existir el papel, ¿dejarían de existir las portadas tal y como las conocemos actualmente? El valor de la portada de un periódico, y todos los que trabajamos en papel lo sabemos, es capital. Es su carta de presentación, su poder de influencia. No es lo mismo la web de inicio de un periódico digital que una portada, el poder de una buena portada es infinitamente mayor que cualquier web, que miles de noticias en una edición digital.
¿Seguirían haciendo portadas los grandes diarios si dejasen de salir en papel? No tendría mucho sentido, pero ellos saben que cuando un ministro o un empresario o un jefe de prensa recibe en la mesa de su despacho las portadas de los principales periódicos, eso tiene un poder, una fuerza, que no tendría una copia impresa de la portada de la web de la edición digital.
Yo creo que la realidad es tozuda y que no se le pueden poner puertas al campo. Si los lectores tienen claro que prefieren la web sobre el papel no hay posibilidad de vuelta atrás. Los videoclubes han muerto porque la gente se baja películas; el negocio de las discográficas está en horas bajas -tal y como los conocemos-por el mismo motivo; el CD sustituyó al casette en apenas unos años y lo mismo han hecho los reproductores portátiles digitales con aquéllos. Las televisiones planas han dejado, en apenas cuatro o cinco años, obsoletos a los de tubo y el DVD se comió al VHS en un espacio muy corto de tiempo.
¿Por qué entonces el papel resiste? Es extremadamente caro imprimir un periódico y llevarlo a decenas de miles de puntos de venta cada día. Es poco práctico en el mundo 24 horas en el que vivimos seguir ofreciendo noticias del día anterior en un papel de poca calidad; obliga al lector a desplazarse hasta un quiosco y pagar una cantidad de dinero, cuando puede informarse gratis en cualquier otro soporte... Es decir, el papel lo tiene todo en contra y la dinámica del mercado, por pura lógica, lo debería haber hecho desaparecer hace ya unos años, pues las ediciones digitales llevan ya más de una década funcionando. Y sin embargo, ahí está, debilitado, pero vivo. Cierran medios, sí, pero no ha desaparecido ni uno solo de los grandes. Han bajado sus ventas, pero se siguen vendiendo millones de ejemplares cada día. Nos informamos por internet, de acuerdo, pero ¿quién no compró el periódico al día siguiente de ganar la selección española el Mundial o cada vez que ocurre un acontecimiento importante?
No sé, pero si creo en la convivencia -aunque también en que el sector de la prensa no se parecerá en una década a lo que conocemos actualmente- es precisamente porque no soy un romántico, porque soy práctico, porque creo que si a pesar de todo siguen ahí es porque la sociedad quiere que siga. El mercado no tiene corazón y si hubiese querido dejar caer al sector al vacío lo habría hecho sin remordimientos, pero la realidad es tozuda.

jueves, 16 de septiembre de 2010

El iPad no sirve para matar moscas: las ventajas del papel como soporte

El periódico neoyorquino “Newsday” ha lanzado un spot para dar a conocer su versión para el iPad que incluye un vídeo que está arrasando en Internet –muchos de ustedes ya lo habrán visto-. En las imágenes se ve a un individuo que, mientras lee la edición digital de este diario en su flamante iPad, trata de matar una mosca con éste estampándolo contra la mesa cual si fuera un ejemplar de papel y, por supuesto, destrozándolo.

Más allá de la sonrisa que nos arranca, también me ha hecho pensar en las ventajas y desventajas de cada soporte periodístico, más allá del contenido. Quiero decir con ello que, cuando hablamos de la crisis de la prensa escrita o del descenso de las ventas de periódicos en papel, nos devanamos los sesos pensando en qué estamos fallando, qué estamos haciendo mal, qué debemos cambiar y, sin embargo, a veces pasamos por alto detalles mucho más funcionales y prácticos.

Hoy por hoy, todo el mundo da por hecho que el soporte papel tiene los días contados y que en un plazo que no va mucho más allá de una década habrá desaparecido, fagocitado por las ediciones digitales. Está claro que la caída de las ventas es una tendencia irrefutable, pero, ¿está necesariamente ligada a que los lectores prefieren leer las noticias en una pantalla o a que lo pueden hacer gratis?

Voy más allá en mi planteamiento, ¿de imponerse el pago por contenidos en las ediciones digitales de los principales diarios, es decir, en caso de pagar lo mismo, qué preferirían los lectores, papel o pantalla? Está claro que son innumerables las ventajas de las publicaciones online, pero no lo son acaso también las del papel, y ahí es donde vuelvo a los factores puramente funcionales y, aunque aparentemente absurdos, no menos reales. ¿O acaso no debemos valorar que el papel de periódico sirve para envolver, proteger, tapar, pintar, hacer aviones, escribir, matar moscas, limpiar los cristales o, incluso leer? ¿No es importante que un periódico se pueda doblar, enrollar o caer sin romperse? Podemos prestarlo, dejárnoslo olvidado, guardarlo o tirarlo; es sufrido y dura años; nos trae recuerdos y no tememos que nos lo roben o se nos caiga; nos sirve para no mancharnos el pantalón si nos sentamos en el suelo…

¿Que no son importantes estos detalles? Piénsenlo fríamente. ¿Van tranquilos por la calle con una cámara fotográfica o de vídeo de 600 euros colgada del cuello?, ¿sacarían con toda tranquilidad su iPad u otro aparato similar, cuyo coste es considerable, en cualquier sitio y en cualquier compañía?

Y otro detalle importante: leer la prensa en el ordenador presupone una línea ADSL cuyo coste no es muy inferior a comprar el periódico a diario. Pero para leerlo en un iPad o en el móvil debemos, además, contratar una conexión a Internet móvil o una tarifa plana, es decir, que tampoco es gratis y no todo el mundo puede o quiere permitírsela. Y eso sin olvidar que hay lugares en los que no hay cobertura o no es de buena calidad, y recordemos que el Metro es uno de los sitios en los que más se lee.

No estoy diciendo que sea mejor el papel o que los soportes electrónicos no se acaben imponiendo. No lo sé realmente, pero no creo que las cosas sean tan sencillas ni tan rápidas. Yo creo en la convivencia de soportes –ni la televisión no acabó con la radio ni ésta lo hizo en su momento con el papel- y que lo que decidirá la batalla no serán los contenidos ni la calidad. Esos factores nos harán decantarnos por un medio u otro, pero no por un soporte u otro. Y es que, como explicaba el pasado domingo John Naughton en “The Guardian”, “el buen periodismo prosperará, cualquiera que sea el soporte”.

martes, 14 de septiembre de 2010

Wilebaldo Solano, las necrológicas y la memoria de España

No tengo por costumbre mirar las páginas de obituarios pero reconozco que, de un tiempo a esta parte, no dejan de depararme sorpresas, especialmente porque la muerte me descubre personajes cuya existencia en vida ni siquiera conocía. Es el caso de Wilebaldo Solano, que falleció el pasado 7 de septiembre a los 94 años y que lo fue todo en el histórico Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM). Y me llamó la atención, no sólo porque su vida es apasionante, tanto durante la Guerra Civil como después, en Francia, en el exilio, sino porque supe de él por un obituario en "Le Monde", que le dedicaba una página casi completa. ¿Cómo un diario francés de la tirada y el prestigio de "Le Monde" se hace eco de la muerte de un viejo comunista y luchador español fallecido pasados los noventa en Barcelona, mientras que España la noticia pasó casi desapercibida?
Vale que tirando de hemeroteca pude comprobar que algunos medios y agencias españoles se habían hecho eco de su muerte, pero no me parece lógico que alguien con una vida como de Wilebaldo Solano, más allá de su ideología y de su filiación política, nos deje en silencio. Con su marcha nos ha dejado un testigo directo de nuestra historia reciente, alguien que fue testigo directo de sucesos como las batallas internas entre la el POUM y el estalinismo durante la Guerra Civil en Cataluña. Se ha ido alguien que nunca renegó de sus ideas -por absurdas que me pueda parecer- y que desde Francia en el exilio y luego desde Barcelona, lucho por preservar esa memoria.
Ejerció Solano además de periodista en la agencia France Press entre 1953 y 1981 y escribió también un libro sobre el POUM y su líder, Andreu Nin.
Y este hecho no es más que una muestra de esa famélica memoria de España, esa capacidad que tenemos para el olvido, para enterrar nuestro pasado, para guardar a nuestros muertos en los armarios de la vergüenza.
No comulgo con ni una sola de las ideas de alguien que siempre creyó en el socialismo rupturista y revolucionario y que siempre quiso acabar con el capitalismo, pero no deja de admirarme su azarosa vida, su lucha, lo que ha visto y vivido, su pasado como preso del franquismo y de la Francia de Vichy durante la ocupación nazi de Francia, la creación de una unidad guerrillera española, el Batallón Libertad...
En fin, que cada vez quedan menos testigos directos de una época clave de la historia.

viernes, 10 de septiembre de 2010

¿Hacia dónde va el fotoperiodismo hoy?

Se celebra estos días en Perpignan, con gran éxito de participación y de público, la vigésimo primera edición de Visa pour l’Image, www.visapourlimage.com, que se ha convertido en el más importante festival internacional de fotoperiodismo. Paralelamente, en Londres tenía lugar el Foto8 Summershow, la muestra fotográfica más destacada de la capital londinense, a la que se presentaron más de 2.500 imágenes de 153 fotógrafos de todo el mundo. Se trata sólo de dos ejemplos en los que el fotoperiodismo es protagonista y en los que la participación ha sido masiva. Y, sin embargo, de ambos se desprende una idéntica conclusión: la mala salud que atraviesa esta dura profesión. Tanto es así, que Jean-François Leroy, creador del festival francés, aseguraba ya el año pasado en el blog del equipo del festival que “ya es oficial, el fotoperiodismo está muriendo, va a morir, ha muerto…”. Una opinión parecida tiene Neil Burguess, que fue responsable de Magnun en Londres o Nueva York, y que asegura que los medios no invierten en fotoperiosimo. Además, se queja de que los suplementos y revistas le pagan menos por un reportaje gráfico que les sirve para cubrir ocho páginas que lo que cobra por una única foto de una “celebritie”. “Los medios mandan a un fotógrafo y a un redactor. Eso no es fotoperiodismo, eso es sólo ilustrar con fotos”, añade.

Lo que parece evidente, es que el panorama ha cambiado radicalmente en los últimos 10 ó 15 años. Los medios, salvo excepciones, ya no se pueden permitir mandar a un fotógrafo varios meses para hacer un reportaje gráfico. Además, la fotografía digital, el periodismo ciudadano e Internet han venido a devaluar el trabajo de los profesionales. La mayoría de los acontecimientos se cubren con fotos de agencias y ya no es raro ver que, ante determinados sucesos, buena parte de los periódicos del mundo abren sus portadas con las mismas fotografías de las mismas agencias.

Cabe destacar en este sentido las declaraciones que el citado Jean-François Leroy, responsable de Visa pour l’Image, hizo para la agencia de comunicación parisina “2e Bureau” en mayo pasado durante una conversación con Lucas Menget, http://bit.ly/cvnoLV: “Creo que, o nos rendimos y decimos: no hay solución, lo dejamos y cerramos, o decimos: hay modelos que aún no se han inventado. Y estoy convencido de que toda esta revolución a la que asistimos, con la exaltación del iPad de Apple, va a aportar nuevos modelos, nuevas vías. Se ha realizado un sondeo recientemente que revela que el 80% de la gente no está dispuesta a pagar por información en internet. Sin embargo, la información de calidad es cara, es costosa de producir y no puede ser gratuita. Porque, a menos que se tengan mecenas que decidan financiar proyectos que pongan “graciosamente” a disposición de todo el mundo, los periódicos y las empresas de prensa tienen que seguir ganándose la vida. Para mí, el mayor peligro es que, a fuerza de dejar de producir y de ir a buscar las fotos únicamente a Twitter, Flickr o Facebook, se pierda la exigencia respecto a la calidad de la información”.

A pesar de todo, se ven pequeñas luces al final del túnel. El pasado mes de agosto, el diario británico “The Times” publicaba un reportaje a doble página en el que, bajo el título de “El nuevo fotoperiodismo”, muestra cómo algunos jóvenes fotógrafos freelance habían apostado por exponer sus trabajos en galerías de arte, “algo inusual hace 10 años, pero que es el camino que muchos de nosotros hemos decidido tomar”, dice Colin Hampden-White, joven fotógrafo de prensa que trabajó para diversos medios británicos y que ahora va por libre. Esta tendencia a la exposición de los trabajos más que a la publicación en medios, hace del fotoperiodismo “algo más conceptual”, dice, Laura Pannack, de 25 años y considerada una de las mayores promesas británicas del sector.

martes, 7 de septiembre de 2010

La prostitución de la información deportiva en España

Que la información está prostituida en los medios no es nada nuevo, pero lo de la deportiva en televisión, roza el escándalo. Con el rollo de los derechos televisivos, cada medio informa única y exclusivamente en función de lo que retransmite. Así, para RTVE las motos son lo más importante del mundo, para la Sexta lo es la Fórmula 1 y la selección española de fútbol, depende de quién haya retransmitido el partido. Así, el encuentro del pasado 3 de septiembre que enfrentó a España contra Liechtenstein, clasificatorio para la Eurocopa 2012, y que retransmitió Telecinco, apenas ocupó ocho o diez segundos en el informativo del canal 24 Horas de TVE. De hecho, sólo mencionaron el resultado y los autores de los goles, sin una sola imagen. Sin embargo, el partido que juega hoy la Roja contra la Argentina de Messi y compañía, que no deja de ser un amistosa, seguro que ocupará buena parte de los informativos, pues será retransmitido por la 1, es decir, por TVE.
Me parece mal que algo así lo hagan todas las cadenas, pero que lo haga una televisión pública, que pagamos entre todos y que además no emite publicidad, me parece muy triste, desde un punto de vista estrictamente periodístico, qué no decir cómo telespectador. ¿Por qué regirse sólo por motivos de retransmisión y no por los puramente informativos?, ¿por qué el mundial de motociclismo -que me parece muy respetable- se convierte, cada dos semanas, en la noticia más importante del día?
Esto viene a demostrar una vez más la lamentable información deportiva de nuestro país, en la que se ha frivolizado tanto, en la que se ha instrumentalizado tanto, en la que se ha falseado tanto, que ya todo vale. Está permitido que los diarios deportivos se inventen cada día una noticia sin necesidad de rectificar si luego -como es habitual-no se confirma; está permitido priorizar la información en función de los derechos televisivos, es decir, en función de rentabilizar dichos derechos -algo absurdo en una televisión pública-; está permitido descalificar, caricaturizar, ridiculizar, especular, descontextualizar, manipular... Recuerdo aún cuando trabajaba para el grupo Recoletos, anterior propietario del diario "Marca", que nos pidieron que diésemos a la información política el "estilo Marca". Afortunadamente, nos plantamos y nos negamos a hacerlo.
Se imaginan hacer lo que se hace con la información política o económica lo que se hace con la deportiva. Bueno, no es tan difícil. Algunos medios ya lo hacen.

viernes, 3 de septiembre de 2010

El auténtico debate ideológico de las Primarias del PSM se libra en las redes sociales


Pocos procesos de primarias han despertado tanto interés como el que enfrenta a Tomás Gómez, actual secretario general del PSM, y a Trinidad Jiménez, ministra de Sanidad. Y es que, más allá de las propuestas concretas que cada uno pueda presentar, lo que está claro es que lo que se libra en Madrid es una lucha entre el «establishment» del partido –el aparato del PSOE– y un hasta hace poco hijo pródigo, ahora expulsado del paraíso.

Por tanto, no es de extrañar que esta lucha entre David y Goliat esté teniendo tantísimo eco entre los medios de comunicación –incluidos programas de televisión como «La Noria»– y, quizás por primera vez, entre los usuarios de las redes sociales, donde se está produciendo un auténtico debate soterrado, no sólo entre partidarios de los candidatos, sino entre la comunidad virtual en general.
Así, tanto Gómez como Jiménez se han armado con todo el kit del perfecto candidato digital y, así, ambos cuentan con su propio sitio en Facebook –donde gana él, con casi 3.300 seguidores, mil más que la ministra–, con cuenta en Twitter –también con mucha ventaja para Gómez–, páginas en YouTube y en Flickr... Cabe destacar también que el secretario general del PSM tiene un blog propio, aunque algo abandonado, pues la última entrada es del pasado mes de abril.
Pero hete aquí que si ambos candidatos tratan de llevar su campaña sin sacar demasiado los pies del tiesto y cuidando las formas, como si los dos hubiesen llegado a esta situación por gusto y no por obligación, quienes les rodean han optado, no sólo por tomar partido –casi todos por Jiménez–, sino por calentar el debate y muy especialmente
Pedro Castro, alcalde de Getafe y presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias, hasta no hace mucho puntal de Gómez y ahora fan de la ministra.
Castro, –cuyo nombre sonó incluso también como candidato a la presidencia regional–, mantiene una actividad frenética digna de elogio en el mundo virtual con un blog que echa humo y una cuenta en Twitter que se está convirtiendo en el auténtico foro en torno al cual gira todo el debate idelógico de las primarias. El veterano alcalde getafense hizo la pasada semana unas polémicas declaraciones en las que consideraba que «el PP y sus medios afines se inclinan por Tomás Gómez y es preocupante», lo que se interpretó como que el actual secretario general del PSM era el candidato de la derecha, lo cual le ha valido no pocas críticas en la red social y fuera de ella.
Para tratar de explicarse, escribió un extenso artículo en su blog en el que, bajo el título «El candidato y la derecha», menciona varios artículos de medios «afines al PP», entre ellos algunos de
LA RAZÓN, en los que se defiende a Tomás Gómez. Además, critica unas declaraciones de éste en las que «coincidía con el argumentario del PP» contra el Gobierno y contra Zapatero. En cuanto a si las primarias perjudican al PSOE, Castro escribía en Twitter «Primarias SÍ, la voz de los militantes tiene que ser escuchada, la de los candidatos también, pero con mensajes socialistas y no del PP».
Paralelamente, los medios de comunicación tradicionales están haciendo un amplio tratamiento informativo de las primarias, pero más partidista, es decir, tomando partido por uno u otro candidato. Por tanto, la auténtica batalla de ideas se está desarrollando en la red, sin más cortapisas.