viernes, 26 de noviembre de 2010

La radio saca músculo en plena revolución tecnológica

Mientras la televisión trata de adaptarse a los nuevos tiempos, dando cabida en su pantalla a Internet para no perder a los televidentes más jóvenes, y la prensa se debate entre un presente difícil y un futuro marcado por la incertidumbre, la radio ha conseguido, no sólo capear el temporal que han supuesto la irrupción de las nuevas tecnologías de la información, sino incluso salir airosa, casi sin despeinar, poniendo de manifiesto que hay cosas, como la voz humana, que no admiten sucedáneos.

Basta mirar los datos del EGM de los últimos años para apreciar que la radio, excepción hecha de Internet, por supuesto, es el único soporte cuya penetración no sólo ha caído en los últimos años, sino que, incluso, ha aumentado hasta el 56,5% actual, con tres oleadas consecutivas subiendo. Está sólo por detrás de la televisión, que alcanza un 88,3% pero que sufre un descenso lento y continuado desde hace más de una década, y muy por encima de la publicidad exterior, los diarios, las revistas e, incluso, Internet.

Además, puede presumir de un perfil de oyentes más que apetecible para el mercado publicitario pues se sitúa principalmente entre las clases más altas –al contrario que la televisión- y en una franja de edad muy amplia pero entre la que destaca la de 25 a 34 años.

¿Cómo es posible que esta revolución tecnológica que todo lo ha trastocado apenas haya hecho mella en la radio? Evidentemente, se trata de un soporte cuya principal debilidad es también su mayor fortaleza: la simplicidad. Más allá de fórmulas más o menos novedosas, de grandes fichajes o de tertulianos, el éxito de la radio radica, al final, en algo tan sencillo como el valor de la voz humana, de la capacidad del conductor de un programa de transmitir, de conmover, de conectar con quien está al otro lado. Y esa magia, que se tiene o no se tiene, no puede ser sustituida por ningún adelante tecnológico. En este medio la fidelidad es muchas veces mayor a las personas o a los equipos que a las propias cadenas –y si no que se lo digan a la Cadena Ser, buena parte de cuya audiencia deportiva se ha marchado con Paco González y Pepe Domingo Castaño a la Cope- pero no es menos cierto que el “zapping” radiofónico es menor que en la televisión.

Otra de las ventajas de la radio es que su relación con la audiencia apenas ha variado desde su nacimiento. Es más, las nuevas tecnologías tan sólo le han supuesto ventajas, pues, al contrario de lo que pasa con los medios escritos o con la televisión, el hecho de que los oyentes escuchen su emisora favorita desde un soporte u otro no le resta audiencia, sino todo lo contrario. En el automóvil; desde el iPod, el reproductor de mp3 o un teléfono móvil mientras caminamos, hacemos footing o viajamos; en el ordenador a través de la red en casa o en el trabajo; en el transistor de toda la vida en el salón o la cocina mientras realizamos las tareas del hogar… cualquiera de estos aparatos nos permiten escuchar la radio del mismo modo, sin que cambie un ápice nuestra relación con el medio.

Y lo más curioso es que fueron muchos los que vaticinaron su desaparición cuando llegó la televisión. ¿Para qué escuchar sólo sonido cuando ahora hay imágenes? se preguntaban los gurús de los cincuenta. Algo muy similar a lo que se cuestionaron, apenas medio siglo antes, otros muchos sobre el teatro cuando hizo su aparición el cine. Es un entretenimiento condenado a morir, pensaban. Sin embargo, finiquitada la primera década del siglo XXI, la radio, al igual que le ocurre al teatro, ahí están, tan frescos como siempre, mientras la televisión y el cine sufren para adaptarse a los nuevos tiempos.

Y es que, ¿acaso hay algo más hermoso que la voz humana?

jueves, 18 de noviembre de 2010

Comunicación y nuevas profesiones, ¿es todo periodismo?

Hasta hace no mucho, tener una licenciatura en Periodismo, daba opción a trabajar en pocas cosas –casi a las mismas que no tenerla- relacionadas con esta profesión: más allá de ser periodista en algún medio de comunicación, formar parte de un gabinete de prensa, ser director de comunicación de una empresa –dircom- o convertirse en profesor, poco más se podía hacer para no engrosar las listas de desempleo.

Sin embargo, las nuevas tecnologías, las mismas que han provocado el cierre de infinidad de medios y han puesto de patitas en la calle a cientos de periodistas, nos han abierto las puertas a profesiones hasta ahora inimaginables. Al rebufo de las redes sociales y la presencia de las empresas en la red, el mercado ha “parido” nuevos oficios 2.0: community manager, responsable de identidad o de imagen corporativa, social media strategist, content manager, social media manager, watchman… profesiones que, en bastantes ocasiones, se sitúan a medio camino entre la comunicación y el márketing, dos sectores de fronteras difusas y muy permeables y que pueden ser desarrolladas por profesionales de ambos mundos.

Más allá del gusto del mundo del márketing y la publicidad por las expresiones en inglés, tras estos rimbombantes nombres no se esconde otra cosa que profesiones cuya principal función es ser responsable de las acciones de una empresa relacionadas con Internet, de la comunicación web, de los seguidores-amigos que una marca tenga en las redes sociales… En definitiva, ser el enlace entre dicha marca o empresa y su comunidad virtual.

Evidentemente, estas nuevas profesiones abren la puerta a los periodistas a algo que, de otra forma, nos estaba vedado: el autoempleo. A la sombra de la esta revolución tecnológica 2.0 han florecido cientos de agencias que prestan este tipo de servicios pues, a excepción de las grandes corporaciones y las instituciones, la mayoría de las pequeñas y medianas empresas han externalizado estas tareas de prensa y comunicación.

Basta darse una vuelta por Twitter, una de las redes sociales donde los periodistas son más activos, para ver los miles de profesionales que en su perfil se definen como: “periodista y community manager”; “periodista y social media”; “periodista y asesor de comunicación”; “periodista y emprendedor social”; “periodista 2.0”… Y esto no ha hecho más que empezar. Tal y como están las cosas, todo aquél que no en un breve plazo de tiempo no se considere a si mismo un periodista multimedia o 2.0, capaz de lidiar sin problemas con las nuevas tecnologías tendrá serios problemas para desenvolverse en esta profesión, salvo que esté próximo a la jubilación y prefiera remolonear hasta que llegue ese momento.

Sin embargo, cabe decir también que los estudios se deberán adaptar también a esta nueva realidad, porque no hay que olvidar que, cada vez de forma más clara, una cosa es ser un comunicador y otra ser un periodista y no digo yo que tengan que ser carreras universitarias distintas, pero sí al menos especializaciones diferentes porque poco o nada tienen que ver las labores que desarrolla alguien que realiza las labores de comunicación de una empresa con un periodista que trabaja en un medio de comunicación, sea en el mundo real, sea en el digital. Es más, cabría plantearse la propia definición del término periodista para los primeros porque una cosa es comunicar y otra informar, una cosa es ser la voz y la imagen de una marca y otra tratar de contar lo que ocurre de una forma lo más veraz e imparcial posible, aun a sabiendas de que la objetividad es una quimera.

Y dadas las circunstancias y las condiciones de unos profesionales y otros, quizás llegue un momento en que nadie quiera ser periodista y todos aspiren a ser comunicadores. Y si no al tiempo.

martes, 16 de noviembre de 2010

Las redes sociales, el auténtico foro para el debate del periodismo

Como periodista, si algo me fascina de las redes sociales es que se han convertido en un auténtico espacio de debate, de análisis y de autocrítica de esta profesión. De repente, parece que todo el mundo está interesado en hablar sobre este trabajo nuestro, en opinar, en abrir las puertas para que cualquier pueda exponer sus ideas libremente. Más allá de los actos puntuales que se puedan celebrar en el mundo real, casi siempre bajo el esquema de conferenciante que habla y público que escucha, aquí, en las redes sociales, y muy especialmente en Twitter, todos tenemos algo que decir, jóvenes y mayores, expertos o principiante, en paro o trabajando, en precario o acomodados, profesores o alumnos… Es maravilloso ver cómo, en contra de lo que pudiera parecer antes de que existiera este mundo paralelo digital, sí nos interesa hablar de periodismo, de hacia dónde va este trabajo, de si somos útiles o no, de si hay futuro para el papel o si todo se cocerá en Internet. Cualquier tema es susceptible de debate.

Y lo mejor de todo es que son, en la mayoría de las ocasiones, los más jóvenes quienes llevan las riendas de estos debates. Son las nuevas generaciones, los 2.0 los que han roto tabúes y se atreven con todo. Y los que nos demuestran a los no nativos digitales que vienen pisando fuerte, muy fuerte, y que están dispuestos a mover la silla a los culos gordos que las ocupan desde hace años.

Y es que los jóvenes periodistas –y los no tan jóvenes, reconozcámoslo también- están no sólo abriendo el camino, sino mostrándolo. Se mueven, se apuntan al carro de las nuevas profesiones, son capaces de recorrerse media España asistiendo a cualquier evento sobre el sector, organizan actos como esos mágicos #cafeperiodismo, #EBE, #BCN Medialab… Es decir, que nunca antes como ahora el relevo generacional ha pisado tan fuerte. Y lo peor de todo es que muchos de estos emprendedores llenos de ideas, de proyectos, de ganas… están en paro o en trabajos precarios. Y otros muchos han decidido montárselo por su cuenta arriesgando su tiempo y su dinero.

Y mientras tanto, en las redacciones de los grandes medios no hacemos más que criticar a los becarios que se dejan los cuernos por hacer el trabajo de un senior cobrando lo que yo ya cobraba hace casi dos décadas cuando empecé como becario. “Estos jóvenes no son como éramos nosotros, no le echan ganas, no tienen sangre” decimos. Y aunque habrá quien no la tenga, parece evidente que muchos de ellos están más preparados que nosotros, tienen más formación, han estudiado fuera, saben idiomas, se manejan a la perfección en el mundo digital, etc. Pero nosotros tenemos trabajo –por ahora- y ellos no.

Mientras estemos en manos de gente no ya que no sabe apenas encender un ordenador, sino que ve con suspicacia los medios digitales; que mira Internet como un enemigo, en lugar de como a un aliado imprescindible; que considera las redes sociales un juego, cuando no una pérdida de tiempo; que cree que se es mejor periodista por pasar 14 horas en la redacción de un periódico aunque la mitad de ellas se pasen de charleta con los compañeros fumando en la puerta… mientras todo esto siga ocurriendo cabe la posibilidad de que cuando las nuevas generaciones lleguen arriba, esta profesión esté tan mal que ya no tenga remedio.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Los contenidos digitales, un sector de futuro

Si hay un sector con futuro en España, ese es el de los contenidos digitales, a pesar de que la crisis también le pasó factura el pasado año, cayendo su facturación un 5,3% respecto de 2008, según el Informe de Contenidos Digitales de Asimelec 2010, que analiza los distintos segmentos que conforman esta industria, y que la patronal ha elaborado por tercer año consecutivo. Con todo, el volumen de negocio alcanzó los 20.591 millones de euros.

Según el citado informe, a excepción de los segmentos de consumo de distintos servicios por Internet, la taquilla de cine y la industria editorial, todos los demás sectores experimentan descensos. Caen especialmente los ingresos por suscripciones a televisión de pago (-2,6%), por ser la primera vez que lo hace en cinco años, al igual que el de la industria de los videojuegos en soporte físico, cuyos ingresos por ventas en España fueron de 638 millones de euros en 2009, un 14,2% menos respecto al año anterior.

Otro de los mercados que ha sentido la crisis es el de la música, una tónica que se viene repitiendo a lo largo de los últimos años. Así, los conciertos experimentaron un recorte del 8,4% en 2009; esto es especialmente significativo, habida cuenta que la música en directo era la única rama del negocio que había seguido creciendo pese al descenso de la compra de discos. Por contraste, en este mismo segmento, los smartphones –teléfonos móviles “inteligentes”- han crecido un 91,9% como dispositivos para oír música, provocando el derrumbe de los MP3 y MP4, que caen un 31,5% y un 24%, respectivamente.

Por su parte, la industria del libro y las redes sociales mantienen crecimientos. En el mercado editorial, el libro electrónico se consolida como complemento al negocio tradicional y puede que esta campaña navideña logre su espaldarazo definitivo como producto de masas. De ahí, el nacimiento de plataformas como Libranda o Enclave. A este respecto, y a falta de datos de 2009, en 2008 se inscribieron 12.514 ISBNs de libros en formato electrónico, un 55,2% más que en 2007.

Por último, cabe destacar la mala situación que atraviesa la prensa escrita. El informe indica que sufre una grave crisis, provocada por los insatisfactorios resultados del pago por acceso a contenidos a través de Internet y la todavía leve acogida de los servicios de distribución de prensa online en e-book. En lo que se refiere a los ingresos por venta de ejemplares, el descenso fue contenido, un 5,6%.

Y para analizar la situación del sector se celebra en Madrid a partir de mañana, día 16, y hasta el miércoles 18, la cuarta edición del Foro Internacional de Contenidos Digitales (Ficod), que se desarrollará en el Palacio Municipal de Congresos de Madrid. Organizado por el Ministerio de Industria, el certamen reunirá a más de 15.000 profesionales de todo el mundo, 120 empresas colaboradoras y 200 ponentes.

Durante estos tres días, el Foro se convertirá en la gran cita de los profesionales de la televisión, la publicidad, el cine, la música, los videojuegos, la animación, las publicaciones digitales, la formación online, el periodismo digital y la publicidad interactiva. Una cita imprescindible para todos los actores del mercado, que intercambiarán experiencias y estudiarán los nuevos desafíos de futuro.

En esta edición se analizará, entre otras cosas, la transición de los modelos tradicionales de negocio, basados en soportes físicos, hacia nuevos modelos basados en la distribución online. Así, estarán presentes muchos de los protagonistas de casos de éxito de empresas online, que han asumido el liderazgo del mercado con iniciativas disruptoras. Un ejemplo es el sector de los medios digitales, donde las inversiones crecieron más de un 20% en el primer semestre del año en España, hasta alcanzar los 377 millones de euros.

domingo, 7 de noviembre de 2010

La paz no vende en los medios de comunicación, el morbo sí

Paz es, sin duda, una palabra hermosa, un anhelo, un deseo eternamente repetido, un objetivo, una excusa, un añadido que lo justifica todo… Sin embargo, ¿vende la paz como noticia? Si entendemos la paz como el fin de una guerra, como el punto y final a un conflicto, sí, puede llegar a ser noticia de portada por su excepcionalidad. Pero si por paz entendemos la ausencia de violencia, de asesinatos, de enfrentamientos, no es un tema que atraiga especialmente a los medios de comunicación.

Según un estudio realizado por el Institute for Economics & Peace (IEP) y Media Tenor, las noticias que tratan la paz de forma positiva apenas suponen un 1,6% del total de informaciones ofrecidas por las 23 cadenas de televisión de 15 países diferentes analizadas, entre ellas la española TVE1. Sin embargo, los medios dan una especial cobertura a historias violentas y que ofrecen una percepción negativa del marco en que se producen. Se podría decir, según este trabajo, que se tiende hacia cierto sensacionalismo, hacia una magnificación de los sucesos en comparación con la importancia que realmente tienen en la sociedad.

De hecho, algunos de los países más “pacíficos” son los que más espacio dedican en sus informativos a noticias relacionadas con la violencia o la inseguridad. Así, ocho de los 10 programas analizados que más tiempo dedicaron a la violencia eran de Estados Unidos o el Reino Unido. En el lado contrario, las cadenas de televisión más volcadas en informar sobre la paz fueron la qatarí Al Jazeera y la alemana ARD Tagesschau.

Mención aparte merece en el estudio el conflicto de Afganistán, que ha sido analizado con especial detenimiento, comparando las informaciones emitidas por CNN International, BBC World y Al Jazeera English. Es curioso que, en este caso, también sea la cadena de Qatar la que más tiempo ha dedicado a informar sobre los pasos dados en este país para afianzar la paz. Esta situación llega al punto de que Al Jazeera ofrece hasta tres veces más historias positivas que la británica BBC y ocho más que la estadounidense CNN.

Según Steve Killelea, fundador del IEP, “si los medios de comunicación hacen demasiado énfasis en las informaciones negativas, relacionadas con la guerra y la violencia, transmiten una sensación de que éstas son las únicas maneras de alcanzar la paz, todo lo contrario de lo que los expertos aseguran que es necesario para crear sociedades pacíficas”. Además, este tipo de noticias no hacen sino empeorar la imagen que el mundo tiene de los países que sufren un conflicto, con lo que se hace mucho más difícil poner en marcha iniciativas de paz o de apoyo a los gobiernos que apuestan por el fin de la violencia.

Este estudio, aunque parcial, sirve de ejemplo de hasta qué punto las historias negativas, macabras o escabrosas llaman más la atención de los propios medios y, por ende, de los lectores, que las positivas. Así, no es de extrañar que un asesinato en una gran ciudad como Madrid o Barcelona, donde este tipo de hechos no dejan de ser excepcionales, ocupe páginas enteras de los periódicos, magnificándolos y explotando su lado morboso o sensible. Sin duda, los medios damos carnaza y la audiencia, o parte de ella al menos, la recibe con las fauces abiertas.

Los medios parecen tener claro, por tanto, que al público no le interesan las historias positivas, las que nos muestran cómo se ha reducido la inseguridad, de qué modo un país ha alcanzado la paz o ha logrado poner de acuerdo a las partes en conflicto, los pasos que se han dado para reducir las tensiones entre dos bandos enfrentados… Sin embargo, quizás, como dijo Lenon, demos a la paz una oportunidad.