lunes, 11 de julio de 2011

La radio se resiste a pasar por el aro digital

En medio de tanta revolución tecnológica, que ha cambiado la forma de entender los medios de comunicación, la radio parece haberse quedado un poco al margen y es, probablemente, el soporte que menos ha sufrido los cambios que han sacudido al resto del sector. No cabe duda de que la posibilidad de poder escuchar las emisores a través de Internet o de descargarnos, vía podcast, nuestros programas favoritos y poder escucharlos cuando y dónde queramos, ha supuesto para los oyentes una ventaja añadida pero, en el fondo, el modo de escuchar la radio sigue siendo básicamente el mismo. Además, saber que lo que escuchamos está “siendo” en ese mismo momento, el directo, la posibilidad de llamar y entrar en antena… ese es el glamour de la radio del que carecen otros soportes.

Dicho lo cual, esto no quiere decir que nada se mueva en el terreno de la radio. Más bien al contrario. La salida a bolsa, en Estados Unidos, de Pandora, la primera gran cadena online, ha puesto de manifiesto que algo se está moviendo en el sector, aunque lentamente.

Pandora, que nació hace poco más de 11 años en Oakland, empezó a cotizar en la bolsa de Nueva York el pasado mes de junio con una gran demanda de acciones, aunque al día siguiente de su exitoso debú éstas empezaron a caer. Sea como fuere, este experimento tiene 80 millones de usuarios registrados en Estados Unidos y la mayor parte de sus ingresos provienen de la publicidad.

El modelo de Pandora tiene poco que ver con la programación radiofónica habitual –de hecho, no cuenta con programas-, pues se trata de un programa en el que el usuario sugiere sus gustos musicales, una canción, un artista…, y la aplicación le genera una lista de canciones en función de esas peticiones. Es decir, se trata de un modelo de radio digital personalizada, lejos del concepto de radio generalista habitual. Sin embargo, más allá de las diferencias entre modelos, sí que Pandora abre un camino de por dónde pueden ir los tiros y de las posibilidades que a este soporte se le abren vía Internet.

Paralelamente, los esfuerzos para poner en marcha la radio digital terrestre, el equivalente de la TDT, avanzan muy lentamente. El pasado mes de junio el Consejo de Ministros aprobó un “plan técnico de digitalización integral del servicio de radiodifusión sonora terrestre”, tal y como le obligaba la Ley Audiovisual aprobada en marzo de 2010. Puesto que el plazo para poner en marcha este plan era de 18 meses desde el visto bueno a la ley, el Gobierno no hacía sino cumplir los plazos, aunque no se han fijado ni medidas ni fechas concretas para su desarrollo.

¿Qué quiere decir esto? Pues que, hoy por hoy, la radio digital terrestre carece de todo lo necesario para su funcionamiento. Ni los oyentes cuentan con receptores –en el mercado existen, pero sus precios siguen siendo muy altos- ni existe un estándar tecnológico común, no sólo en España, sino en ningún país europeo. Además, tampoco parece que los países estén por la labor de fijar uno, sino que la idea es esperar a que el mercado opte por uno u otro.

Con este panorama, y salvo que el Gobierno fuerce la migración, como hizo con la televisión, parece que tenemos radio analógica para rato. Y con la experiencia que tenemos de la TDT, cuyas supuestos ventajas tecnológicas que nos vendieron como una revolución están por ver, no parece que los oyentes ni las empresas del sector tengan mucha prisa por dicha migración al espectro digital. 

sábado, 4 de junio de 2011

Para que no caigan en el olvido

No hemos alcanzado aún el ecuador de 2011 y en sólo cinco meses ya son 21 los periodistas muertos en el desarrollo de su profesión a lo largo y ancho del mundo. Este año están siendo los países del norte de África, sacudidos por una ola de revueltas algunas de las cuales no han acabado aún, como es el caso de Libia, Siria o Yemen, los tristes protagonistas del macabro ránking de estados donde más periodistas mueren, según datos de Reporteros sin Fronteras.

Irak, por su situación de conflicto interno prolongado, sigue ocupando el primer lugar, con cinco profesionales de la información muertos, pero Libia se sitúa a la par con otros cinco asesinados, sin olvidar varios casos de secuestro como el del español Manu Brabo, resuelto de forma positiva hace sólo unas semanas. Yemen y Pakistán, con dos periodistas muertos, les seguirían en la clasificación de países más peligrosos para ejercer esta profesión y, a continuación, encontraríamos a Egipto, Honduras, India, México, Perú, Filipinas y Túnez, con un caso cada uno. Además, dos colaboradores de periodistas también han sido asesinados en lo que llevamos de 2011.

Paralelamente, 149 periodistas y 125 ciudadanos que utilizaban Internet para manifestar sus opiniones han sido encarcelados por ejercer su derecho a la libertad de expresión. Esta cifra es mayor en sólo cinco meses que la de todo 2010. En este caso, China es el principal país opresor, con más de un centenar de casos (30 periodistas y 76 net ciudadanos, como los denomina Reporteros sin Fronteras), seguida de países como Vietnam, Birmania, 
Eritrea, Irán o Uzbekistán. La situación de blogueros y ciudadanos anónimos que utilizan la red para denunciar situaciones es cada vez más peligrosa, pues ante ellos las autoridades actúan con mayor impunidad que contra los propios periodistas, más protegidos por la cobertura mediática mundial.

Para que la memoria de estos profesionales no desaparezca, el Museo de las Noticias (Newsmuseum) de Washington D.C., el más importante del mundo de cuantos hay relacionados con la labor de informar, ha creado un espacio, denominado Journalist Memorial, en el que, sobre una estructura de paneles de cristal, aparecen inscritos los nombres de todos aquellos periodistas que han perdido su vida en el desarrollo de su trabajo. Esta lista es renovada cada año con las nuevas víctimas. Además, se exhiben fotografías y muestras de su labor.

Pero no conformes con esta iniciativa, ahora el Newsmuseum y Youtube han puesto en marcha un canal en este portal que sirve también de homenaje a estos periodistas caídos. En la dirección http://www.youtube.com/user/journalistsmemorial se pueden ver vídeos realizados por estos profesionales, muestras de su trabajo, escenas de su vida tanto profesional como familiar, denuncias de situaciones de riesgo… 
En definitiva, cualquier vídeo que sirva de homenaje y recuerdo a la situación que ellos vivieron y que tantos siguen viviendo cada día en escenarios de conflicto o en lugares donde ejercer este trabajo sigue siendo un riesgo mortal.

Toda aquella persona que lo desee puede suscribirse a este canal y escribir comentarios, distribuir los vídeos existentes en las redes sociales o, incluso, subir cualquier vídeo relacionado con los periodistas fallecidos.

martes, 31 de mayo de 2011

"Encyclo", la enciclopedia del periodismo

Quien más, quien más, todos andamos bastante perdidos ante la dirección que tomará el futuro de los medios de comunicación. El panorama cambia de un día para otro y, aunque los periodistas tratamos de adaptarnos lo más rápidamente posible a las nuevas coyunturas, casi nunca sabemos si el camino iniciado es el correcto o definitivo.

Con el fin, no tanto de orientarnos como de darnos una serie de claves que nos sirvan de ayuda, ha nacido “Encyclo”, una enciclopedia digital que ha lanzado Nieman Journalism Lab, prestigioso laboratorio de ideas sobre la comunicación y el periodismo lanzado por la Nieman Foundation y la Universidad de Harward.

El objetivo de “Encyclo” es recopilar toda la información posible sobre el sector, con entradas que nos explican desde cuáles son los principales medios de comunicación del mundo hasta las compañías tecnológicas que, de un modo u otro, están cambiando los cimientos de la profesión, como Google, Wikileaks, Yahoo o Twitter. La idea es que todos los actores que tienen algo que decir sobre el futuro del periodismo estén aquí metidos: revistas, periódicos, cadenas de televisión y radio, medios online –los más abundantes- o empresas tecnológicas.

Pero las entradas de esta enciclopedia sobre el futuro del periodismo no son estáticas, ni mucho menos. En pleno mundo digital, están llenas de enlaces que incluyen desde comentarios de los internautas hasta artículos relacionados, competidores, empresas del mismo grupo, principales profesionales… Desde su reciente puesta en marcha se han incluido en torno a las 200 entradas, pero el objetivo es, no sólo ir creciendo, sino ir actualizándola de forma continua al hilo de los nuevos vientos que corran en el sector. Del mismo modo, está abierta a los comentarios de los lectores y a cualquier idea que puedan aportar.

Aunque evidentemente su perfil es claramente estadounidense, dada su procedencia, no quiere esto decir que se queden fuera empresas o medios que no sean de este país y, así, encontraremos entradas dedicadas a Al Jaazera, “The Guardian”, la cadena pública británica BBC o “The Times”. Poco a poco, irán entrando otros medios europeos y del resto del mundo que permitan dibujar un esquema más global del mundo de la comunicación, pues el eje informativo mundial se está inclinando cada vez más hacia Asia y los países emergentes.

Sin duda, esta guía probablemente no nos sirva como una bola de cristal para conocer el futuro, pero sí que nos dará al menos las claves para entender por qué se toman determinadas decisiones o para tratar de comprender cómo hemos llegado a la situación actual, en la que las grandes corporaciones tradicionales parecen quedarse rezagadas.

Y es que, todos los movimientos que se han ido realizando en los últimos años han sido al margen de los soportes convencionales. La compra de “The Huffington Post” por parte de AOL; el nacimiento en febrero de “The Daily”, publicación sólo para iPad; el boom de las tabletas; el fenómeno Twitter como medio de información; la reciente salida a bolsa de Linkedin, con una subida espectacular de sus acciones el primer día… Todos estos hechos no hacen sino hacernos mirar en una única dirección: Internet. Y hacia esa dirección es hacia la que parece que debemos encaminar todos los pasos, aunque el suelo no sea firme y el camino lleno de incertidumbre, pues está aún por explorar.

sábado, 7 de mayo de 2011

Los comentarios de las noticias, un regalo envenenado

Durante una mesa redonda sobre Periodismo y Nuevas Tecnologías celebrada la pasada semana en Cáceres, coincidiendo con la Feria del Libro de esta ciudad, uno de los asistentes  preguntó a los ponentes, entre los cuales me encontraba, su opinión acerca de los comentarios que los internautas escriben sobre las noticias y si se ejercía algún tipo de control previo sobre su contenido.
Evidentemente, todos los periodistas presentes coincidieron en el valor de los comentarios, tanto por lo que aportan a la hora de enriquecer cualquier debate, como por lo que representan como herramienta para favorecer la libertad de expresión de los lectores y su interacción con los propios medios. Del mismo modo, todos parecían de acuerdo en valorar lo que de termómetro de la información tienen los comentarios, pues, evidentemente, son una muestra bastante clara del interés que suscitan las noticias: a mayor interés, mayor número de opiniones. Hasta ahí, todo bien.
Sin embargo, otra de las personas asistentes a la mesa redonda, en este caso un cargo político municipal, se quejó de que en un medio local habían aparecido algunos comentarios, no ya valorando su trabajo como político, sino atacándola personalmente y entrando en la categoría del insulto. “¿Qué hacen los medios ante este tipo de situaciones?, ¿no existen filtros o un control previo del contenidos de dichos comentarios?”, preguntó.
Más allá de este caso puntual, lo que puso de manifiesto la cuestión es la dificultad que tienen los medios digitales de realizar un control exhaustivo de los comentarios. Evidentemente, existe la opción de no permitirlos, pero se trata de algo que va en contra, no sólo de la posibilidad de publicarlos, sino del propio espíritu de Internet y de la libertad de expresión.
Por tanto, y salvo casos muy concretos, de lo que se trata es de crear filtros lingüísticos técnicos, de modo que, por ejemplo, los propios programas informáticos detecten palabras malsonantes, o, lo que es más preciso, que alguien se dedique a revisar los comentarios, algo que a priori se plantea como la solución ideal pero que, en la práctica, es prácticamente imposible, pues el volumen de comentarios que puede llegar a generar un medio digital es ingente.
¿Qué hacer entonces? Pues, sin duda, una mezcla de todo. Afinar los filtros lingüísticos para evitar determinadas palabras claramente identificable como insultos y, posteriormente, tratar de llevar un control de dichos comentarios. Paralelamente, siempre que alguien se sienta damnificado por un comentario y pida al medio su retirada, pues hacerlo de la forma más rápida posible.
Hay otros medios que optan por no “colgar” los comentarios hasta que éstos hayan sido revisados por alguien, que decide si se pueden o no publicar, en función de su contenido. Esta posibilidad, aunque más fiable –aunque no al cien por cien-, también resta frescura a la interactividad de Internet y echa para atrás a muchos internautas a la hora de enviar un comentario, pues la mayor parte de los lectores desea verlo publicado inmediatamente.
Aparte de todas estas posibles soluciones, sólo resta hacer un brindis al sol y pedir a los lectores que no utilicen la opción de insertar comentarios en las noticias para el insulto personal y anónimo, para la descalificación o para dar rienda suelta a rencillas, pues todo ello no hace sino restar valor a esta herramienta que tanto interesa a los internautas. Además, también cabe recordar que casi todo lo que se hace en Internet deja huella y que el anonimato total no existe.

jueves, 14 de abril de 2011

¿Es Twitter realmente una red social?

De repente, Twitter es la palabra mágica. Todo el mundo quiere estar, todo el mundo tiene algo que decir, algo que comentar, algo que tuitear. Con sólo cinco años de vida, cuenta con 200 millones de usuarios en todo el mundo –lejos aún de los más de 500 millones de Facebook- y cada día se registran en torno a 140 millones de tuits, unos 1.600 por segundo.

Sin embargo, detrás de estas apabullantes cifras, detrás de esa definición de red social, se esconde un fenómeno mucho más complejo de lo que aparenta y menos participativo de lo que cabría esperar. Mientra que en Facebook la gente se dedica a buscar viejos amigos o compañeros de clase, a felicitar cumpleaños o colgar fotos de viajes o fiestas familiares, a intercambiar mensajes, a mantener relaciones cruzadas, en definitiva, Twitter funciona de un modo distinto.

Según un estudio realizado por Yahoo! bajo el esclarecedor título “Quién dice qué a quién en Twitter”, tras analizar un total de 260 millones de tuits han llegado a la conclusión de que un 50% de esta cantidad ha sido escrito por un pequeño grupo de unos 20.000 usuarios, lo que supone apenas el 0,05% del total de cuentas existentes en el mundo.

Estaríamos, por tanto, ante una especie de comando de élite de tuiteros capaces de generar por sí mismos 70 millones de mensajes, mientras que los otros 70 millones serían obra del restante 99,95% de los usuarios. ¿Quién forma parte de este grupo de elegidos? Pues, en su mayoría, se trata de famosos, deportistas o actores, que cuentan con cientos de miles e incluso millones de seguidores.

Paralelamente, también estarían en este grupo algunos medios de comunicación, organizaciones no gubernamentales, instituciones y organismos oficiales o clubes deportivos. Por último, también nos encontraríamos con algunos “gurús” de la red que siguen contando con multitud de seguidores.

El estudio también refleja que los usuarios regulares de Twitter reciben la información a través de diversas vías pero la mayor parte de éstas no son precisamente los medios de comunicación, ya que sólo el 15% de los tuits recibidos por un usuario promedio provienen de algún medio. Otro detalles es que los periodistas y comunicadores generan más tuits, es decir, escriben más micromensajes, pero las celebridades son más leídas. Por tanto, cabe pensar que muchas veces a los usuarios les interesa más quién dice que qué se dice.

Otra de las conclusiones de este trabajo es la forma en que se producen los flujos de comunicación. Así, el fenómeno de la endogamia está muy extendido, de tal modo que los periodistas se siguen entre ellos, los médicos siguen a los médicos, los blogueros a los blogueros…

En lo que se refiere a los temas principales de los que se habla, los analistas han determinado que el que más comentarios genera es la actualidad de carácter internacional, seguido de las noticias referentes a Estados Unidos. El tercer puesto lo ocupan las informaciones deportivas, lo que demuestra el gran interés que suscita este tema en todo el mundo, y para ello basta echar un vistazo al número de seguidores, no sólo de los deportistas de élite, sino de los periodistas deportivos o los clubes.

Con todos estos datos, podemos afirmar que las estructuras comunicativas de Twitter están muy lejos de las que se suelen atribuir a las redes sociales, es decir herramientas participativas con flujo de información en todas direcciones. Por tanto, estaríamos más ante un modelo con bajos niveles de reciprocidad que se asemeja más al sistema de los medios de comunicación de masas de un único sentido y en el que la “participación” del usuarios receptor del mensaje es su retuiteo, es decir, rebotarlo a sus seguidores, o realizar algún tipo de comentario.

lunes, 4 de abril de 2011

Flipboard, ¿un nuevo modelo de publicación digital?

¿Qué le parecería una revista digital con un diseño atractivo y novedoso en la que usted pudiera elegir los contenidos que le apetece leer, integrar sus redes sociales favoritas, añadir vídeos y personalizarla a su antojo? Bueno, pues si usted es poseedor de un iPad ya lo tiene y se llama Flipboard, una aplicación que Apple eligió como la mejor de 2010 para este dispositivo y que, además, tiene un valor añadido: es gratuita.

¿Que no había oído hablar de Flipboard? Pues estamos ante un nuevo formato de medio de comunicación que, si bien no añade contenidos propios, permite que usted decida integrar los que desea. Y es que vendría a ser como una hermosa carpeta en cuyo interior podemos guardar lo que más nos vaya gustando de lo que encontramos en la web y, además, ver lo que dicen nuestros seguidores de Twitter o publican nuestros amigos en Facebook, compartir esos contenidos, utilizar Google Reader… y todo aprovechando las funcionalidades táctiles del iPad, con lo que podemos echar un vistazo a todo eso que hemos ido guardando con sólo mover un dedo, tal y como pasaríamos las hojas de unas revista.

Esta herramienta, que vio la luz el pasado verano, se acaba de remozar, adelantándose al lanzamiento del nuevo iPad2. Una de las principales novedades es que integra Instapaper e Instagram, la red social para compartir fotografías entre usuarios de iPhone y que ha alcanzado un éxito sin precedentes.

Otra de las mejoras que incorpora es la posibilidad de buscar a través de redes sociales. Se trata de una característica que viene a revolucionar el modo en que se pueden consumir contenidos. Su funcionamiento, y de ahí la clave de su éxito, es muy simple: en una nueva barra de búsqueda escribimos las palabras claves de lo que deseamos encontrar y Flipboard lo busca en Twitter, Facebook, Flickr y nos ofrece diversos tipos de resultados, con los que, de forma automática, construye una publicación con formato de revista y un diseño tremendamente atractivo y visual. Algo que no deja de sorprender.

No menos interesante es la posibilidad de navegar entre nuestros álbumes de fotos subidas a Flickr y también entre los de nuestros amigos, por lo que visualizar dichas imágenes se convierte en algo fácil y divertido.
Estamos, por tanto, ante un serio rival de experimentos como “The Daily”, el periódico lanzado  a principios de febrero por Rupert Murdoch para el iPad. Es más, son muchos los internautas que prefieren el modelo de Flipboard, pues, pese a que no deja de ser un agregador de contenidos ajenos, es un formato mucho más dinámico y flexible, que se adapta a los gustos de cada internauta, que se renueva tantas veces como queramos y que es interactivo.

“The Daily” y Flipboard, cuya valoración en el mercado podría rondar los 200 millones de dólares, bien podrían ser los dos principales modelos a tener en cuenta a la hora de ver hacia dónde se dirigen los medios nacidos para los nuevos soportes. Su éxito dependerá, entre otras cosas, de la popularización de las tabletas entre el gran público y de que ambas aplicaciones sean capaces de adaptarse a otros sistemas operativos, especialmente al Honeycomb de Android, con el que vendrán equipados la mayoría de estos dispositivos.
 

lunes, 7 de febrero de 2011

AOL y The Huffington Post o de cómo el pez grande (casi) siempre se come al chico

La compra de The Huffington Post por parte de AOL no es sólo una operación económica dentro del actual panorama mediático, sino que es también un síntoma evidente de hacia dónde se dirige el negocio de la comunicación. 
La web que fundara en 2005 Arianna Huffington junto con otros socios y de la que es editora jefe se ha convertido en estos años en un ejemplo del periodismo del futuro, sin ataduras con los medios tradicionales, sin herencias del pasado, sin grandes grupos detrás… Es decir, se trata de un proyecto surgido de la iniciativa personal de un grupo de profesionales que demostraron que se pueden hacer grandes cosas en el periodismo digital viniendo prácticamente de la nada en un periodo corto de tiempo. Y todo a base de un buen trabajo –no siempre exento de polémica- que ha reportado a  “The Huffington Post” una imagen de marca y un prestigio en la profesión, que respaldan sus más de 25 millones de usuarios al mes.

¿Que por qué un gigante venido a menos como AOL decide comprar una web como “The Huffington Post”? Pues, precisamente, porque le aporta lo que le falta: ese prestigio periodístico, ese renombre y esos contenidos de calidad que, actualmente, no han logrado obtener por otros medios. Si AOL ha pagado más de 231 millones de euros por este medio de comunicación online ha sido por la calidad, y no por la cantidad, pues los usuarios que le aportara la web de Arianna Huffington son apenas un 10% del total del grupo a nivel mundial.

¿Qué le aporta a sus propietarios la venta de “The Huffington Post” a AOL? Pues, además de una más que suculenta cantidad de dinero, la posibilidad de darle dimensión a un proyecto que se les estaba quedando pequeño. Había planes de expansión, idea de aumentar las secciones informativas, los contenidos… Pues bien, con este espaldarazo crecerá hasta convertirse en la web de noticias de ámbito global que siempre quiso ser y poder competir, de tú a tú, con las ediciones digitales de los grandes medios tradicionales como “The New York Times”, CNN o FOX.
Además, este acuerdo también otorga a Arianna Huffington un inmenso poder, pues pasará a dirigir una compañía de nueva creación, bautizada en principio como The Huffington Post Media Group, que englobará tanto los contenidos que generaba hasta ahora “The Huffington Post” como los de la propia AOL, de modo que será ella quien marque la línea editorial de este grupo resultante. 

Y, por último, ¿qué supone para el panorama mediático este acuerdo? Pues, evidentemente, vuelve a poner de manifiesto que, al final, como siempre, el pez grande se come al chico. Está claro que aunque el grupo resultante de la fusión esté dirigido por la fundadora de “The Huffington Post”, su margen de maniobra a la hora de informar será mucho menor, pues los intereses económicos y políticos que convergen en un gigante como AOL son muchos. Por tanto, está claro que el periodismo independiente pierde un referente –por mucho que se pudiera no estar de acuerdo con el trabajo que realizaba esta web-, y supone también un aviso para navegantes.

Aun así, todavía sobreviven iniciativas que, desde el planteamiento de que otro tipo de periodismo es posible, se mantienen fieles a un compromiso de independencia, como es el caso de ProPublica –web de periodismo de investigación sin ánimo de lucro- en Estados Unidos o Mediapart.fr en Francia –que se define como un periódico online independiente creado por periodistas y controlado por sus creadores-, por poner sólo dos ejemplos. Lo que hace falta es que consigan mantenerse así.

jueves, 27 de enero de 2011

¿Será Twitter el principal medio de comunicación del futuro?

Leo en el blog del periodista Carlos Salas “Diarios del capitán Snorkel” un post de la pasada semana titulado “¿Y si en el futuro nos leyeran a través de Twitter?” en el que plantea si no será esta red social el medio de comunicación del futuro. A priori, para aquéllos que no estén familiarizados con Twitter o no le den un uso más o menos profesional, tal afirmación puede resultar un tanto exagerada. Sin embargo, para los que sí que estamos enganchados a los 140 caracteres y contamos entre nuestros “seguidores” y “siguiendo” con una inmensa mayoría de cuentas vinculadas con el mundo de la comunicación, ya sean periodistas –multitud en esta red social-, ya medios, esta afirmación no nos resulta en absoluto fuera de lugar.

Asegura Carlos Salas en su blog que “Twitter se adapta al mensaje periodístico como un anillo al dedo. ¿Por qué? Porque la gente entra en Twitter para estar al día, o a la hora, o al minuto, porque eliges la fuente de noticias (un gurú, un amigo, un periódico...) y porque los mensajes cortos te permiten leer muchos en poco tiempo. Las noticias bien tituladas o las informaciones candentes de última hora son ideales para este medio de mensajería corta”.

Reconozco que podría suscribir casi palabra por palabra lo arriba expuesto. Pero es que, además, una red social de este tipo, en la que los mensajes equivalen al titular de una noticia y van acompañados en la mayoría de las ocasiones de un enlace a la información que menciona, son una importantísima fuente de entradas a los medios digitales. De hecho, según un estudio elaborado por CNN, hasta un 43% de las noticias que son “distribuidas” a través de la red lo son a través de las redes sociales, frente a un 30% por el correo electrónico o el 15% vía SMS. Pero, además, la clave está en dar con los lectores “influyentes”, es decir aquéllos más activos en el uso de estas herramientas: el 27% de ellos –aquellos que rebotan al menos seis enlaces a la semana- son los responsables del 85% de las informaciones que se mueven por Internet. De modo que tener a éstos en nuestra comunidad nos garantiza un éxito seguro.

Y es que, cualquier medio online que no tenga capacidad para que sus noticias sean distribuidas en las redes sociales tiene asegurado un déficit de visitas importantes pues, de acuerdo con los datos más recientes en este sentido, Facebook ya prácticamente ha alcanzado a Google News como agregador de noticias a las webs de información, algo que muy pronto pasará también con Twitter, pues su progresión en cuanto a número de usuarios crece cada año, muy especialmente entre los países castellanohablantes.

¿Pasa entonces el futuro de los medios digitales por su repercusión en las redes sociales? Rotundamente, sí. Sin datos aún en lo que se refiere a los medios españoles, y hablando simplemente por mi experiencia, estoy seguro de que el número de internautas que llega a cualquier medio online a través de Twitter o Facebook crece cada día y es ya un porcentaje importante sobre el total de visitas.

Aun a sabiendas de que estas aplicaciones son pasajeras y de que ignoro cuánto tiempo durará esta red social, de lo que no me cabe duda es de que sea ésta u otra similar, los informadores tendrán que acostumbrarse a titular en 140 caracteres –menos si tenemos en cuenta que hay que incluir el enlace- y que si no son capaces de hacerlo de forma interesante y atractiva para el lector, sus noticias serán muy poco leídas, por más que la información sea la bomba. Y esta misma norma es aplicable a los blogs y a cualquier soporte que desee captar la atención de los internautas. Y si no, al tiempo.

miércoles, 19 de enero de 2011

Para todas y todos los izaskun que eligieron ser periodistas

Escribía recientemente Izaskun Pérez en su recomendable blog Alderrai un bonito post que, bajo el título "Elegí ser periodista", hacía un recorrido por su corta pero intensa trayectoria profesional. Era un relato de esos que invitan a dedicarse a esto, de esos cargados de pasión y entusiasmo escrito por alguien que, esa es la sensación que da al menos, exuda periodismo por todos los poros de su piel. Y reconozco que, en mayor o menor medida, me sentí identificado con ella y eché de menos más gente en esta profesión que desee realmente estar en la calle, y no en un despacho o en una redacción sin moverse del sillón, hacer cosas nuevas, asumir riesgos, buscar la noticia hablando con los testigos directos, huir de las notas de prensa...
Para alguien que la cuarentena la acaba de dejar atrás y con dos décadas de periodismo ya a la espalda, que ha toreado en plazas buenas, malas y muy malas, que ha escrito en medios de postín y en otros más pequeños pero igual de importantes, si no más, que ha entrevistado a ilustres personajes y ha hecho publirreportajes de tiendas de cortinas y almacenes de patatas gallegas, que ha pateado mucha, muchísima calle y pasillos y despachos y sótanos, que ha sacado noticias de donde no las había, que le ha echado toneladas de imaginación a esto, que me jode cada vez que alguien se queja de vicio y al que llegaron a apodar "búscate la vida"... Para alguien, en definitiva, que ha dedicado muchas horas a esto y que sabe que esta profesión no se mide sólo por la audiencia de los medios para los que trabajas, sino por la pasión que le pones a lo que haces, historias como la de Izaskun (Nuksazi en su cuenta de Twitter) le devuelven la fe en este oficio, aunque también le provocan una media sonrisa al imaginar los desengaños, decepciones y desilusiones que le quedan por vivir... o no.
Y es que, aunque adoro este trabajo y sé que soy un privilegiado por tener lo que tengo, no es menos cierto que he dejado atrás buena parte de esa pasión ciega del principio, de esa dedicación plena que me hacía echarle más horas a esto de las que tiene el día. También tuve la etapa "hombre empresa" en la que me preocupaba por el medio más que sus propios dueños; sufrí también el síndrome "soy imprescindible", que se me fue curando según fui cambiando de trabajo y me fui dando cuenta de que nadie lo es y de que la vida sigue sin uno; padecí igualmente el virus del "no entiendo a la gente que está deseando irse a casa", que superé cuando tuve hijos y mis prioridades vitales cambiaron.
Quiero decir con todo esto que el tiempo tiene la gran virtud de poner a cada uno y a cada cosa en su sitio, más tarde o más temprano. Y ese tiempo es el que me hizo entender que hay vida fuera de esto. Y no sólo eso, sino que, poco a poco, ha ido naciendo en mí cierta lástima hacia quien, dejada atrás la pasión juvenil de los inicios, no tiene vida fuera de esto.
Quizás Izaskun no pierda jamás ese ímpetu ni esa pasión. Quizás incluso esté dispuesta a renunciar a una vida familiar más o menos estable -dentro de lo poco estable que es la vida de un periodista- en favor de vivir más volcada en el trabajo. Puede que, incluso, no le asalte nunca la sensación de pánico que a mí me empieza a abordar cada vez con más frecuencia: llevo dos décadas dedicadas a este trabajo y aún me quedan más años de los que he trabajado para que pueda dejarlo. Es posible incluso que las y los izaskun que están empezando no se atormenten imaginándose pateando la calle, recorriendo ruedas de prensa o persiguiendo declaraciones micrófono en mano entrados en los sesenta. Porque en un momento dado todos nos imaginamos que a la edad de la jubilación estaremos en un despacho con un cargo importante o como columnistas de postín, tertulianos de televisión o conferenciantes. Pero eso, todos los sabemos, no es posible. Las promociones masivas de periodistas salidas de las facultades de Periodismo a partir de los años ochenta no pueden acabar todas en lo más alto de la pirámide y la vida en los escalones más bajos es dura, sobre todo si compartimos redacción con gente a las que se dobla en edad.
No, no es mi intención desalentar a nadie. Ni siquiera adelantar acontecimientos. Es posible que yo haya evolucionado mal o que me haga demasiadas preguntas. Pero esa realidad está ahí, ese futuro no sólo es probable, sino bastante posible. Porque todos en algún momento querremos que se aproveche nuestra experiencia, que se nos reconozca nuestro trabajo. ¿Cuántas personas mayores de 50 años nos encontramos cubriendo ruedas de prensa, en los aeropuertos buscando declaraciones con una grabadora o un micrófono o metiendo codos para lograr un canutazo?
Sólo pido que los y las izaskun como Nuksazi tengan la oportunidad de recorrer todo ese camino -el mismo que yo y tantos como yo hemos recorrido- y que cada cual llegue a sus propios conclusiones.

domingo, 16 de enero de 2011

O periodismo o ciudadano

Reconozco abiertamente que no sé cómo jerarquizar en mi cabeza el denominado periodismo ciudadano. Por un lado, no puedo negar su interés, su oportunidad, su frescura y, si me apuran, su valor informativo. Sin embargo, me cuesta considerarlo Periodismo, al menos tal y como yo entiendo esta profesión.
Entiendo que hay para quien el único requisito que debe cumplir un periodista es escribir en un medio de comunicación, pero para mí ser periodista es mucho más. Más allá del debate sobre si hay que estudiar Periodismo para ejercer o no, creo que esta profesión sí que requiere unas normas y unas exigencias.
Quiero decir con ello que me parece muy loable que un señor con su cámara de fotos pase por un lugar en el que en ese momento se está produciendo una carga policial, un accidente de tráfico o una agresión y logre una instantánea fantástica y que la envíe a un medio contando lo que ha ocurrido. Pero eso no es periodismo. Al final, siempre deberá haber un profesional que calibre la importancia de esa noticia, que la valore en su justo medida, que contraste la información que se le ha hecho llegar, que trate de aportar más datos... que ofrezca, en definitiva, ese valor añadido que sólo un profesional le puede dar. Porque cualquier noticia, cualquier información, no es ajena a un contexto, a una categorización. Las informaciones son importantes o no en función del resto de cosas que hayan ocurrido, en función de su carácter extraordinario o de otros factores.
Por este motivo, dejar el Periodismo, con mayúsculas, en manos de los ciudadanos es como darle una porra y una pístola al primero que pase y darle poderes policiales. Sin duda, la mayoría tratará de hacer Justicia, pero la suya. Así, a cada ciudadano su foto, su noticia, le parecerá la más importante. En el momento en el que haya un profesional que filtra y que decida si es importante o no, si es digna de ser publicada o no, ya no estaremos hablando de ciudadano, y si el ciudadano la publica por su cuenta y riesgo en un blog o en algún medio "sin control", dejará de ser periodismo.
Considero que ser testigo, supervisar, monitorizar, dejar constancia, recoger datos, inspeccionar... es otra cosa. ¿Acaso es Periodismo el trabajo de los observadores internacionales en unos comicios, de los mediadores en conflictos, de los agentes censales que recogen datos, de los inspectores que vigilan el cumplimiento de las leyes? Tampoco creo que lo sea -aunque insisto en que no minusvaloro en absoluto su valor documental- lo que escribe un individuo en su Twitter contando lo que ocurre a su alrededor, por apasionante o peligroso que esto sea. Relatar no es lo mismo que hacer periodismo.
Por tanto, creo salvo honrosas excepciones, es difícil considerar como periodismo lo que no deja de ser estar en el lugar oportuno en el momento oportuno, lo cual no quiere decir que el producto de esa "casualidad" deje de tener valor o no deba ser publicado. Pero Periodismo es otra cosa, no sé si mejor o peor, pero otra cosa.

jueves, 13 de enero de 2011

Lo que trae 2011 al mundo de los medios

Comenzamos una década que, estoy seguro, será decisiva en cuanto al futuro de los medios de comunicación. Con Internet ya consolidado definitivamente como soporte informativo, con el ADSL como servicio básico en buena parte de los hogares; con tecnologías inalámbricas que ya forman parte de la vida cotidiana de millones de personas en todo el mundo –wifi y bluetooth fundamentalmente-; con la tecnología necesaria para que los dispositivos móviles estén conectados permanentemente a la red y ofrecer vídeo, audio o web; con las tabletas inundando ya el mercado a precios cada vez más asequibles; con la televisión conectada a Internet en un único aparato…

Con todos estos mimbres se ha de tejer el panorama mediático del futuro y quien no sea capaz de adaptarse a ellos en estos próximos años –tiempo hay más que de sobra para hacerlo-, no sobrevivirá.

En este sentido, la pasada semana Mashable, uno de los blogs más prestigiosos del mundo entre los dedicados a las noticias tecnológicas y relacionadas con el mundo web, establecía un decálogo con las 10 predicciones para el sector de los medios de cara a 2011, entre las que destacan: filtraciones y periodismo, un nuevo tipo de medio de comunicación –a raíz del fenómeno Wikileaks-; un aumento de las fusiones y adquisiciones de compañías del sector; el nacimiento de medios sólo para tabletas y soportes móviles; el consumo de noticias basado en la geolocalización –en relación con redes sociales como Foursquare o Gowalla- a través del móvil o cualquier dispositivo con GPS o conectado a la red; la lucha entre las redes sociales y los buscadores como medio de acceso a las noticias –Google manda actualmente, pero el crecimiento de Twitter y Facebook en este sentido es imparable-; la “muerte” del corresponsal extranjero, debido a la crisis y al auge del periodismo ciudadano; la adopción por parte de los medios de una estrategia en cuanto a las redes sociales, como herramienta fundamental de trabajo y de comunicarse con sus lectores; y la implantación de la televisión interactiva, es decir, la televisión conectada a Internet.

En cualquier caso, estamos hablando de perspectivas y de posibilidades tecnológicas. Sin embargo, tal y como ocurre con los medios digitales, para asegurar su puesta en marcha hace falta aún encontrar el modelo de negocio que las haga rentables. Porque otro de los retos de esta nueva década –quizás el más grande por cuanto ha de vencer la mayor barrera- será el cobro por contenidos.

Parece evidente que el “gratis total” tiene los días contados. O eso, o los medios no podrán sobrevivir sin ingresos.

sábado, 8 de enero de 2011

Periodistas 2.0 vs. vieja guardia, ¿incompatibles o complementarios?

Si bien es cierto que a los periodistas sólo se les puede dividir entre buenos y malos, es decir, aquéllos que hacen bien su trabajo y quienes no quieren, no pueden o no saben hacerlo, no lo es menos que observo muchas diferencias entre unos y otros en función de la edad, especialmente entre los más jóvenes, es decir, los menores de 30 años, y los que sobrepasan el medio siglo. En medio se situaría un tercer grupo a medio camino entre el periodismo digital y la vieja guardia, algo así como una generación de transición que, sin ser nativos digitales, se adaptan como pueden a los nuevos tiempos.
Es curioso observar cómo los de más edad adoptan distintas posturas ante las nuevas herramientas que la tecnología ha puesto en sus manos y que van, desde el desprecio más absoluto, hasta el encomiable intento de no quedarse atrás, pasando por quienes, aun reconociendo su utilidad, no se sienten con ánimo ni fuerzas suficientes como para cambiar de hábitos.
En el extremo contrario están las nuevas generaciones de periodistas; son menores de 30 años, han crecido con Internet, están constantemente conectados a través de las redes sociales, no conciben su vida sin un teléfono móvil, no saben qué es vivir sin correo electrónico, miran el fax con una mezcla de sorpresa y desconocimiento y sólo conocen las máquinas de escribir de oídas. Sin embargo, todo eso no les hace mejores profesionales.
Como generación puente, es decir, lejos aún de la jubilación, pero con dos décadas de experiencia a la espalda, miro con frecuencia a ambos lados y compruebo lo lejos que están unos de otros, lo radicalmente distintos que son y lo seguros que están tanto unos como otros de tener toda la razón.
Por eso, ahora que gracias a las redes sociales son constantes los eventos organizados para hablar de esta maravillosa profesión –café&periodismo, BCN Medialab, Evento Blog España (EBE), el Laboratorio de Periodismo de la Asociación de la Prensa de Madrid…-, echo en falta alguno que aborde este salto generacional, esta distinta manera de ejercer el oficio, este especie de diferenciación entre el periodismo tradicional y el online.
Y considero que es necesario abordar este tema porque creo que es mucho lo que tienen que aprender unos de otros. Probablemente, nunca habían estado conviviendo y trabajando al mismo tiempo dos maneras tan distintas de trabajar. Así, frente a la vieja guardia que se siente en la calle como pez en el agua, que conoce en persona a todas sus fuentes, que hace valer sus contactos en cualquier situación, que odia la redacción y que ama ese aire bohemio y de libertad que siempre ha tenido este trabajo, se encuentran esos jóvenes profesionales nacidos en la década de los ochenta, que se manejan en la web sin problemas, que saben buscar un dato en Internet en cuestión de segundos, que se enteran a través de Twitter de qué se está cociendo, antes de que ninguna agencia lance un teletipo…
¿Por qué renunciar a lo mejor de ambos mundos?, ¿por qué no tratar de combinar ambas formas de hacer periodismo? No podemos permitirnos el lujo de desaprovechar el talento de una generación que muy pronto dejará de trabajar, igual que éstos no deberían perderse lo que la tecnología es capaz de hacer.
Para los más jóvenes, más calle y menos redacción; más hablar con las fuentes y menos nota de prensa y comunicado oficial; más informaciones propias y de primera mano y menos datos de wikipedia. Para los más talluditos, más humildad y menos soberbia; más capacidad de aprendizaje y menos cerrazón; más predisposición a aceptar las nuevas tecnologías y reconocer su aportación y menos desprecio por desconocimiento. Así, sin duda, la profesión y los lectores saldrán ganando.

martes, 4 de enero de 2011

El tamaño, en la Prensa, sí importa: sin suficientes medios técnicos y humanos no se puede hacer buen periodismo

Reconozco que la idea que Pedro J. Ramírez tiene del periodismo dista mucha de la mía, fundamentalmente por su abuso del no dejar que la realidad estropee un buen titular. Sin embargo, leyendo su Carta del Director del pasado domingo 2 de enero, me he sorprendido compartiendo gran parte de lo que dice en la última parte, aquella que dedica a hablar del fortalecimiento de la prensa de calidad "para servir a la verdad".

Más allá de que no creo en la verdad, pues hay tantas como personas, sí que asumo palabra por palabra algunas de sus afirmaciones: "En nuestro país sólo existen media docena de redacciones de otros tantos diarios con los suficientes efectivos, talento y determinación como para satisfacer el derecho a la información de los ciudadanos mediante una cobertura completa de la actualidad [...] Sin el oneroso despliegue permanente de esos diarios de referencia dentro y fuera de España, las tertulias de la radio y la televisión, así como la mayor parte de los foros digitales se convertirían en cáscaras vacías, condenadas al onanismo de comentar sus propios comentarios. [...] Pues bien, si no somos capaces de encontrar pronto un nuevo modelo de negocio en el sector, sólo nos quedará la opción de gestionar nuestra propia decadencia.[...] Tal y como se han dado cuenta los grandes quality papers mundiales, el futuro de la prensa pasa por el desarrollo multisoporte y el cobro por productos con alto valor añadido, distribuidos electrónicamente".

Evidentemente, el director de El Mundo no hace otra cosa que vender su Orbyt y tratar de convencernos de que su modelo es el mejor, pero, en cualquier caso, no deja de ser cierto que hay que tomar medidas y hay que hacerlo ya.
No creo en la muerte del papel, no al menos en un plazo corto de tiempo, pero sí que pienso que los diarios impresos que se hacen actualmente están caducos y aportan poco o nada a los lectores, tal y como está planteado.
Y, evidentemente, para hacer un producto digno, para aportar ese valor añadido, la gratuidad no es el camino. No quiere decir esto que algunos contenidos no puedan ser gratuitos, pero aportar algo de calidad no es barato. Si requerimos la opinión o el análisis especializado de un experto, ¿acaso le van a pagar los lectores con aportaciones voluntarias? Está claro que no.

Creo en la convivencia de medios y de soportes. Estoy seguro de que hay sitio para los diarios gratuitos y para los de pago, para las web de noticias nativas y para las versiones online de los periódicos de papel. Del mismo modo que la televisión generalista no es obstáculo para que existan temáticas de pago o que el cine no impide que se puedan ver películas en televisión gratuitamente, también creo que el pago online por disfrutar de determinados contenidos no impide que existan otras gratuitas. Sin embargo, también considero que una pequeña redacción con un par de periodistas en plantilla y un puñado de colaboradores y columnistas no puede ofrecer lo mismo que la versión online de un diario grande en papel. Y ni lo puede ofrecer ni podrá, porque para investigar, para interpretar, para aportar ese valor añadido, hace falta un buen equipo humano que un gratuito en internet, financiado sólo con ingresos publicitarios, no puede sostener.


lunes, 3 de enero de 2011

Piratería, picaresca, Ley Sinde o ¿de qué coño vive un creador si nadie paga por su trabajo?

Asisto asombrado estos días, aunque es un debate que viene de años atrás, a la polémica sobre la "Ley Sinde" y la batalla entre los partidarios de la mano dura contra los piratas y los defensores del "todo gratis". Y reconozco, no sin miedo a ser descalificado, que soy de los que están a favor de las sanciones, de los que defienden que los creadores deben cobrar por su trabajo y de los que creen que la piratería no nos lleva más que a un empobrecimiento cultural.
Pero una de las cosas que más me sorprende es el gran número de periodistas que se manifiestan en contra de la "Ley Sinde" y que abogan poco menos que por el todo vale. Sé que en este tema cualquier postura maximalista es mala y que el descargarse una película o un disco de vez en cuando no hace daño a nadie. Pero esos de vez en cuando, multiplicados por cientos de miles o millones, son los que hacen que el negocio de la cultura se venga abajo.
Porque en el fondo, lo que me molesta es que los "piratas", por simplificar la denominación, no tienen más argumentos que el hecho de que es mejor no pagar que pagar. Así de sencillo. Y eso se puede disfrazar de filosofía, se puede adornar con frases "antisistema", se puede decorar con grandilocuentes sentencias contra las grandes discográficas, Hollywood o quien sea. Pero, de verdad de verdad, lo único que quieren es disfrutar gratis del trabajo creativo de otras personas, en lugar de pagar por ello.
En realidad se piratea igual que se aparca en doble fila o encima de la acera, es decir, porque es más cómodo eso que buscar un sitio para aparcar "legalmente", aunque puteemos a otra persona o impidamos el paso a los peatones. "Si es sólo un momentito" suelen decir. No nos engañemos, se trata de una filosofía de vida: si a mi me va bien, a los demás que les zurzan.
Vamos a ver. Si nadie va al cine a ver una película, nadie paga por un disco o por un DVD, nadie compra un libro o todo el mundo lee el periódico por Internet, ¿cómo se sustenta el negocio? A mí, que me lo expliquen. ¿De qué coño vive un creador si nadie paga por su trabajo? Si a mi periódico nadie le paga por leer mis artículos, ¿por qué habría de pagarme? Yo no puedo ir leyendo mis informaciones a domicilio a cambio de la voluntad. Mi única forma de ganarme la vida es que alguien esté dispuesto a pagar por mi creación. Así de sencillo.
Que todo es mejorable, por supuesto. Que el canon digital es un robo, pues seguramente. Pero que hemos convertido la piratería en algo cotidiano, también. Que la gente se baja más películas de las que nunca podrá ver, también. Que no estamos dispuestos a pagar ni unos céntimos por una canción si hay un modo de conseguirla gratis, también.
Esto tiene un nombre: más que piratería, yo le llamaría picaresca, la típica picaresca española. Somos un país de irresponsables, de cortoplacistas, de darnos igual las consecuencias de nuestros actos siempre que satisfagamos nuestros deseos.
Y lo peor es que estamos creando una generación acostumbrada al todo gratis, aunque, eso sí, dispuesta a pagar 8 o 10 euros por una copa o tres o cuatro euros diarios por un paquete de tabaco. Pero eso sí, pagar por un periódico 1,20 euros, un producto que tiene detrás el trabajo de centenares de personas, nos parece caro. No entiendo absolutamente nada.