jueves, 27 de enero de 2011
¿Será Twitter el principal medio de comunicación del futuro?
miércoles, 19 de enero de 2011
Para todas y todos los izaskun que eligieron ser periodistas
Para alguien que la cuarentena la acaba de dejar atrás y con dos décadas de periodismo ya a la espalda, que ha toreado en plazas buenas, malas y muy malas, que ha escrito en medios de postín y en otros más pequeños pero igual de importantes, si no más, que ha entrevistado a ilustres personajes y ha hecho publirreportajes de tiendas de cortinas y almacenes de patatas gallegas, que ha pateado mucha, muchísima calle y pasillos y despachos y sótanos, que ha sacado noticias de donde no las había, que le ha echado toneladas de imaginación a esto, que me jode cada vez que alguien se queja de vicio y al que llegaron a apodar "búscate la vida"... Para alguien, en definitiva, que ha dedicado muchas horas a esto y que sabe que esta profesión no se mide sólo por la audiencia de los medios para los que trabajas, sino por la pasión que le pones a lo que haces, historias como la de Izaskun (Nuksazi en su cuenta de Twitter) le devuelven la fe en este oficio, aunque también le provocan una media sonrisa al imaginar los desengaños, decepciones y desilusiones que le quedan por vivir... o no.
Y es que, aunque adoro este trabajo y sé que soy un privilegiado por tener lo que tengo, no es menos cierto que he dejado atrás buena parte de esa pasión ciega del principio, de esa dedicación plena que me hacía echarle más horas a esto de las que tiene el día. También tuve la etapa "hombre empresa" en la que me preocupaba por el medio más que sus propios dueños; sufrí también el síndrome "soy imprescindible", que se me fue curando según fui cambiando de trabajo y me fui dando cuenta de que nadie lo es y de que la vida sigue sin uno; padecí igualmente el virus del "no entiendo a la gente que está deseando irse a casa", que superé cuando tuve hijos y mis prioridades vitales cambiaron.
Quiero decir con todo esto que el tiempo tiene la gran virtud de poner a cada uno y a cada cosa en su sitio, más tarde o más temprano. Y ese tiempo es el que me hizo entender que hay vida fuera de esto. Y no sólo eso, sino que, poco a poco, ha ido naciendo en mí cierta lástima hacia quien, dejada atrás la pasión juvenil de los inicios, no tiene vida fuera de esto.
Quizás Izaskun no pierda jamás ese ímpetu ni esa pasión. Quizás incluso esté dispuesta a renunciar a una vida familiar más o menos estable -dentro de lo poco estable que es la vida de un periodista- en favor de vivir más volcada en el trabajo. Puede que, incluso, no le asalte nunca la sensación de pánico que a mí me empieza a abordar cada vez con más frecuencia: llevo dos décadas dedicadas a este trabajo y aún me quedan más años de los que he trabajado para que pueda dejarlo. Es posible incluso que las y los izaskun que están empezando no se atormenten imaginándose pateando la calle, recorriendo ruedas de prensa o persiguiendo declaraciones micrófono en mano entrados en los sesenta. Porque en un momento dado todos nos imaginamos que a la edad de la jubilación estaremos en un despacho con un cargo importante o como columnistas de postín, tertulianos de televisión o conferenciantes. Pero eso, todos los sabemos, no es posible. Las promociones masivas de periodistas salidas de las facultades de Periodismo a partir de los años ochenta no pueden acabar todas en lo más alto de la pirámide y la vida en los escalones más bajos es dura, sobre todo si compartimos redacción con gente a las que se dobla en edad.
No, no es mi intención desalentar a nadie. Ni siquiera adelantar acontecimientos. Es posible que yo haya evolucionado mal o que me haga demasiadas preguntas. Pero esa realidad está ahí, ese futuro no sólo es probable, sino bastante posible. Porque todos en algún momento querremos que se aproveche nuestra experiencia, que se nos reconozca nuestro trabajo. ¿Cuántas personas mayores de 50 años nos encontramos cubriendo ruedas de prensa, en los aeropuertos buscando declaraciones con una grabadora o un micrófono o metiendo codos para lograr un canutazo?
Sólo pido que los y las izaskun como Nuksazi tengan la oportunidad de recorrer todo ese camino -el mismo que yo y tantos como yo hemos recorrido- y que cada cual llegue a sus propios conclusiones.
domingo, 16 de enero de 2011
O periodismo o ciudadano
jueves, 13 de enero de 2011
Lo que trae 2011 al mundo de los medios
Comenzamos una década que, estoy seguro, será decisiva en cuanto al futuro de los medios de comunicación. Con Internet ya consolidado definitivamente como soporte informativo, con el ADSL como servicio básico en buena parte de los hogares; con tecnologías inalámbricas que ya forman parte de la vida cotidiana de millones de personas en todo el mundo –wifi y bluetooth fundamentalmente-; con la tecnología necesaria para que los dispositivos móviles estén conectados permanentemente a la red y ofrecer vídeo, audio o web; con las tabletas inundando ya el mercado a precios cada vez más asequibles; con la televisión conectada a Internet en un único aparato…
Con todos estos mimbres se ha de tejer el panorama mediático del futuro y quien no sea capaz de adaptarse a ellos en estos próximos años –tiempo hay más que de sobra para hacerlo-, no sobrevivirá.
En este sentido, la pasada semana Mashable, uno de los blogs más prestigiosos del mundo entre los dedicados a las noticias tecnológicas y relacionadas con el mundo web, establecía un decálogo con las 10 predicciones para el sector de los medios de cara a 2011, entre las que destacan: filtraciones y periodismo, un nuevo tipo de medio de comunicación –a raíz del fenómeno Wikileaks-; un aumento de las fusiones y adquisiciones de compañías del sector; el nacimiento de medios sólo para tabletas y soportes móviles; el consumo de noticias basado en la geolocalización –en relación con redes sociales como Foursquare o Gowalla- a través del móvil o cualquier dispositivo con GPS o conectado a la red; la lucha entre las redes sociales y los buscadores como medio de acceso a las noticias –Google manda actualmente, pero el crecimiento de Twitter y Facebook en este sentido es imparable-; la “muerte” del corresponsal extranjero, debido a la crisis y al auge del periodismo ciudadano; la adopción por parte de los medios de una estrategia en cuanto a las redes sociales, como herramienta fundamental de trabajo y de comunicarse con sus lectores; y la implantación de la televisión interactiva, es decir, la televisión conectada a Internet.
En cualquier caso, estamos hablando de perspectivas y de posibilidades tecnológicas. Sin embargo, tal y como ocurre con los medios digitales, para asegurar su puesta en marcha hace falta aún encontrar el modelo de negocio que las haga rentables. Porque otro de los retos de esta nueva década –quizás el más grande por cuanto ha de vencer la mayor barrera- será el cobro por contenidos.
Parece evidente que el “gratis total” tiene los días contados. O eso, o los medios no podrán sobrevivir sin ingresos.
sábado, 8 de enero de 2011
Periodistas 2.0 vs. vieja guardia, ¿incompatibles o complementarios?
Es curioso observar cómo los de más edad adoptan distintas posturas ante las nuevas herramientas que la tecnología ha puesto en sus manos y que van, desde el desprecio más absoluto, hasta el encomiable intento de no quedarse atrás, pasando por quienes, aun reconociendo su utilidad, no se sienten con ánimo ni fuerzas suficientes como para cambiar de hábitos.
En el extremo contrario están las nuevas generaciones de periodistas; son menores de 30 años, han crecido con Internet, están constantemente conectados a través de las redes sociales, no conciben su vida sin un teléfono móvil, no saben qué es vivir sin correo electrónico, miran el fax con una mezcla de sorpresa y desconocimiento y sólo conocen las máquinas de escribir de oídas. Sin embargo, todo eso no les hace mejores profesionales.
Como generación puente, es decir, lejos aún de la jubilación, pero con dos décadas de experiencia a la espalda, miro con frecuencia a ambos lados y compruebo lo lejos que están unos de otros, lo radicalmente distintos que son y lo seguros que están tanto unos como otros de tener toda la razón.
Por eso, ahora que gracias a las redes sociales son constantes los eventos organizados para hablar de esta maravillosa profesión –café&periodismo, BCN Medialab, Evento Blog España (EBE), el Laboratorio de Periodismo de la Asociación de la Prensa de Madrid…-, echo en falta alguno que aborde este salto generacional, esta distinta manera de ejercer el oficio, este especie de diferenciación entre el periodismo tradicional y el online.
Y considero que es necesario abordar este tema porque creo que es mucho lo que tienen que aprender unos de otros. Probablemente, nunca habían estado conviviendo y trabajando al mismo tiempo dos maneras tan distintas de trabajar. Así, frente a la vieja guardia que se siente en la calle como pez en el agua, que conoce en persona a todas sus fuentes, que hace valer sus contactos en cualquier situación, que odia la redacción y que ama ese aire bohemio y de libertad que siempre ha tenido este trabajo, se encuentran esos jóvenes profesionales nacidos en la década de los ochenta, que se manejan en la web sin problemas, que saben buscar un dato en Internet en cuestión de segundos, que se enteran a través de Twitter de qué se está cociendo, antes de que ninguna agencia lance un teletipo…
¿Por qué renunciar a lo mejor de ambos mundos?, ¿por qué no tratar de combinar ambas formas de hacer periodismo? No podemos permitirnos el lujo de desaprovechar el talento de una generación que muy pronto dejará de trabajar, igual que éstos no deberían perderse lo que la tecnología es capaz de hacer.
Para los más jóvenes, más calle y menos redacción; más hablar con las fuentes y menos nota de prensa y comunicado oficial; más informaciones propias y de primera mano y menos datos de wikipedia. Para los más talluditos, más humildad y menos soberbia; más capacidad de aprendizaje y menos cerrazón; más predisposición a aceptar las nuevas tecnologías y reconocer su aportación y menos desprecio por desconocimiento. Así, sin duda, la profesión y los lectores saldrán ganando.