lunes, 11 de julio de 2011

La radio se resiste a pasar por el aro digital

En medio de tanta revolución tecnológica, que ha cambiado la forma de entender los medios de comunicación, la radio parece haberse quedado un poco al margen y es, probablemente, el soporte que menos ha sufrido los cambios que han sacudido al resto del sector. No cabe duda de que la posibilidad de poder escuchar las emisores a través de Internet o de descargarnos, vía podcast, nuestros programas favoritos y poder escucharlos cuando y dónde queramos, ha supuesto para los oyentes una ventaja añadida pero, en el fondo, el modo de escuchar la radio sigue siendo básicamente el mismo. Además, saber que lo que escuchamos está “siendo” en ese mismo momento, el directo, la posibilidad de llamar y entrar en antena… ese es el glamour de la radio del que carecen otros soportes.

Dicho lo cual, esto no quiere decir que nada se mueva en el terreno de la radio. Más bien al contrario. La salida a bolsa, en Estados Unidos, de Pandora, la primera gran cadena online, ha puesto de manifiesto que algo se está moviendo en el sector, aunque lentamente.

Pandora, que nació hace poco más de 11 años en Oakland, empezó a cotizar en la bolsa de Nueva York el pasado mes de junio con una gran demanda de acciones, aunque al día siguiente de su exitoso debú éstas empezaron a caer. Sea como fuere, este experimento tiene 80 millones de usuarios registrados en Estados Unidos y la mayor parte de sus ingresos provienen de la publicidad.

El modelo de Pandora tiene poco que ver con la programación radiofónica habitual –de hecho, no cuenta con programas-, pues se trata de un programa en el que el usuario sugiere sus gustos musicales, una canción, un artista…, y la aplicación le genera una lista de canciones en función de esas peticiones. Es decir, se trata de un modelo de radio digital personalizada, lejos del concepto de radio generalista habitual. Sin embargo, más allá de las diferencias entre modelos, sí que Pandora abre un camino de por dónde pueden ir los tiros y de las posibilidades que a este soporte se le abren vía Internet.

Paralelamente, los esfuerzos para poner en marcha la radio digital terrestre, el equivalente de la TDT, avanzan muy lentamente. El pasado mes de junio el Consejo de Ministros aprobó un “plan técnico de digitalización integral del servicio de radiodifusión sonora terrestre”, tal y como le obligaba la Ley Audiovisual aprobada en marzo de 2010. Puesto que el plazo para poner en marcha este plan era de 18 meses desde el visto bueno a la ley, el Gobierno no hacía sino cumplir los plazos, aunque no se han fijado ni medidas ni fechas concretas para su desarrollo.

¿Qué quiere decir esto? Pues que, hoy por hoy, la radio digital terrestre carece de todo lo necesario para su funcionamiento. Ni los oyentes cuentan con receptores –en el mercado existen, pero sus precios siguen siendo muy altos- ni existe un estándar tecnológico común, no sólo en España, sino en ningún país europeo. Además, tampoco parece que los países estén por la labor de fijar uno, sino que la idea es esperar a que el mercado opte por uno u otro.

Con este panorama, y salvo que el Gobierno fuerce la migración, como hizo con la televisión, parece que tenemos radio analógica para rato. Y con la experiencia que tenemos de la TDT, cuyas supuestos ventajas tecnológicas que nos vendieron como una revolución están por ver, no parece que los oyentes ni las empresas del sector tengan mucha prisa por dicha migración al espectro digital. 

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