martes, 16 de noviembre de 2010

Las redes sociales, el auténtico foro para el debate del periodismo

Como periodista, si algo me fascina de las redes sociales es que se han convertido en un auténtico espacio de debate, de análisis y de autocrítica de esta profesión. De repente, parece que todo el mundo está interesado en hablar sobre este trabajo nuestro, en opinar, en abrir las puertas para que cualquier pueda exponer sus ideas libremente. Más allá de los actos puntuales que se puedan celebrar en el mundo real, casi siempre bajo el esquema de conferenciante que habla y público que escucha, aquí, en las redes sociales, y muy especialmente en Twitter, todos tenemos algo que decir, jóvenes y mayores, expertos o principiante, en paro o trabajando, en precario o acomodados, profesores o alumnos… Es maravilloso ver cómo, en contra de lo que pudiera parecer antes de que existiera este mundo paralelo digital, sí nos interesa hablar de periodismo, de hacia dónde va este trabajo, de si somos útiles o no, de si hay futuro para el papel o si todo se cocerá en Internet. Cualquier tema es susceptible de debate.

Y lo mejor de todo es que son, en la mayoría de las ocasiones, los más jóvenes quienes llevan las riendas de estos debates. Son las nuevas generaciones, los 2.0 los que han roto tabúes y se atreven con todo. Y los que nos demuestran a los no nativos digitales que vienen pisando fuerte, muy fuerte, y que están dispuestos a mover la silla a los culos gordos que las ocupan desde hace años.

Y es que los jóvenes periodistas –y los no tan jóvenes, reconozcámoslo también- están no sólo abriendo el camino, sino mostrándolo. Se mueven, se apuntan al carro de las nuevas profesiones, son capaces de recorrerse media España asistiendo a cualquier evento sobre el sector, organizan actos como esos mágicos #cafeperiodismo, #EBE, #BCN Medialab… Es decir, que nunca antes como ahora el relevo generacional ha pisado tan fuerte. Y lo peor de todo es que muchos de estos emprendedores llenos de ideas, de proyectos, de ganas… están en paro o en trabajos precarios. Y otros muchos han decidido montárselo por su cuenta arriesgando su tiempo y su dinero.

Y mientras tanto, en las redacciones de los grandes medios no hacemos más que criticar a los becarios que se dejan los cuernos por hacer el trabajo de un senior cobrando lo que yo ya cobraba hace casi dos décadas cuando empecé como becario. “Estos jóvenes no son como éramos nosotros, no le echan ganas, no tienen sangre” decimos. Y aunque habrá quien no la tenga, parece evidente que muchos de ellos están más preparados que nosotros, tienen más formación, han estudiado fuera, saben idiomas, se manejan a la perfección en el mundo digital, etc. Pero nosotros tenemos trabajo –por ahora- y ellos no.

Mientras estemos en manos de gente no ya que no sabe apenas encender un ordenador, sino que ve con suspicacia los medios digitales; que mira Internet como un enemigo, en lugar de como a un aliado imprescindible; que considera las redes sociales un juego, cuando no una pérdida de tiempo; que cree que se es mejor periodista por pasar 14 horas en la redacción de un periódico aunque la mitad de ellas se pasen de charleta con los compañeros fumando en la puerta… mientras todo esto siga ocurriendo cabe la posibilidad de que cuando las nuevas generaciones lleguen arriba, esta profesión esté tan mal que ya no tenga remedio.

2 comentarios:

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  2. El periodismo es igual a la abogacía en que sólo están al servicio de quien les paga. Su profesionalidad social --y si se quiere, humana en el más honrado y elevado sentido-- es absolutamente nula;
    nada provechoso dan a la colectividad de los hombres fuera de los grupos de presión influyentes y poderosos, los cuales odian la ética más que a los terroristas.
    ¿Cómo vais por el mundo blasonando de una "profesión" infame por por dañina a sus semejantes anónimos e indefensos ante el cruel poder que os da protección?

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