miércoles, 5 de mayo de 2010

Las redes sociales y los blogs, una ventana abierta al ego del periodista

Si una profesión ha sabido sacar provecho de las redes sociales y de los blogs, esa es el periodismo. Más allá del uso que los propios medios hacen de la red para informar, los periodistas, como individuos, han visto en estas herramientas una ventana abierta al mundo, un lugar desde el que ver y dejarse ver, desde el que mostrar a los demás todo aquello que llevan dentro y que no pueden dar salida en su trabajo cotidiano.

De repente, una profesión como la nuestra, tan vocacional como constreñida al ámbito del medio para el que se trabaja, tan llena de egos deseosos de darse a conocer, de escritores frustrados, de incomprendidos… ha encontrado en Internet, y especialmente en sitios como Twitter, Facebook o los blogs un escenario en el que poder mostrar libremente a todo el mundo su potencial, sus ideas, reflexiones, proyectos, artículos –como es el caso-, fotografías o trabajos. Ya no es necesario ser un gran columnista en un diario para asomarse cada día a los lectores, ya no es imprescindible tener un espacio en la radio o la televisión para ser escuchado. Ahora, basta crear un blog y escribir tanto como deseemos, a la espera de esos lectores. Todos soñamos con deslumbrar, con tener hordas de seguidores en twitter, con que nuestro blog sea una página vista por cientos de miles de internautas, con que nuestros post sean comentados, retwiteados o recomendados.

Este, y no otro, es el motivo fundamental de ese especie de maridaje entre periodistas y la web 2.0. Y es que, detrás de cada uno de nosotros, hay un columnista necesitado de lectores, un ego que alimentar. Por eso, por favor, léannos, difundan nuestro mensaje a los cuatro vientos, recomiéndennos, retwitennos, comenten nuestro post, hablen de nosotros, satisfagan nuestro ombliguismo. Le estaremos eternamente agradecidos.

1 comentario:

  1. Desde mi propio ombligo..., no puedo más que compartir tu entrada de hoy. Lo bueno de esta aventura es que nos permite divisar la existencia de otros ombligos, por lo menos, igual de grandes y relucientes que el nuestro. Sí, definitivamente, se abre un tiempo nuevo, ojalá que sepamos aprovecharlo más allá de engordar nuestro ya bien nutrido ego. Un abrazo.

    ResponderEliminar