viernes, 30 de abril de 2010

Internet no sólo acabará con el papel, acabará con los periódicos.

El Ipad parece haberse convertido, pese a que tan sólo ha comenzado su venta en Estados Unidos, en el clavo ardiendo que muchos estaban esperando. Su aparición, su mera existencia, ha sido vista por numerosos empresarios de medios de comunicación, especialmente de prensa, como esa luz al final de un túnel oscuro y largo cuyo fin ni siquiera se vislumbraba.

Todos los grandes diarios preparan sus propias versiones para el dispositivo de Apple convencidos de que ha de convertirse en una especie de estándar del soporte online. Ya imaginan a cada ciudadano con su Ipad leyendo el periódico en el metro o el autobús o haciendo los crucigramas mientras desayunan. Sin embargo, depositar tantas esperanzas en un aparato cuyo éxito es más de imagen que de ventas –el iPhone es un fenónemo sociológico, pero no es, ni de lejos, el móvil más vendido-, es, cuanto menos, arriesgado, fundamentalmente porque el problema de la prensa no es de lectores, sino de ingresos.

De nada servirá que todo el mundo lea su diario en un tablet, en un ebook o en el móvil si al final no paga por ello. Y es que, Internet no sólo va a acabar, tarde o temprano, con el papel, sino con los propios medios de comunicación. Las ventas de todos los grandes diarios españoles caen sistemáticamente desde hace años, mientras que aumentan sus lectores en la red. Llegará un momento que imprimir esos periódicos y hacerlos llegar cada mañana a miles de puntos de ventas en toda España sea una empresa imposible de mantener económicamente pues, aunque el número de ejemplares vendidos caiga, es difícil reducir la red de distribución. ¿Compensarán las ediciones digitales esa caída de ingresos? Sin lugar a dudas, no.

El único medio de hacer rentables las ediciones online sería que cada internauta pagará un precio por consultar el periódico. Si eso no ocurre –y no ocurrirá-, podrán El País o El Mundo mantener sus estructuras redaccionales en pie y seguir dando la información de calidad que ahora dan. Podrán ABC o La Razón tener decenas de periodistas con los únicos ingresos de la publicidad en sus ediciones online. No.

Encontrarán estos periódicos un número de internautas dispuestos a pagar por la edición online equivalente al número de lectores que compran la edición en papel. No. Y, además, no olvidemos que estamos en España, uno de los países donde la piratería y la picaresca están a la orden del día. No será suficiente con que una parte de los contenidos sea de pago, porque ya encontrarán la manera de acceder gratis.

No, en realidad Internet para lo único que servirá es para que los grandes diarios dejen de existir, al menos tal y como ahora los conocemos. Porque mantener una redacción con cientos de periodistas y fotógrafos sólo con los ingresos generados por la publicidad en Internet será imposible, con lo que al final, o desaparecerán o se verán obligados a reducir sus plantillas, a reducir noticias propias, a reducir fotografías propias, a reducir infografías y a hacer un uso masivo de las agencias, las mismas que nutren al resto de medios. Es decir, todos llevarán las mismas fotos, las mismas informaciones… algo que, en menor medida, ya ocurre hoy en día.

Pero es lo que hay.

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