jueves, 25 de junio de 2009

Bye, bye, locutores estrella

Malos tiempos para los periodistas estrella. Suyo fue, hasta hace no mucho, el mundo de la comunicación, especialmente en la radio. Sin embargo, el ciclo, afortunadamente, llega a su fin. Primero fueron José María García y Encarna Sánchez. De la última etapa, el primero en irse diluyendo fue Luis del Olmo, que tras abandonar Onda Cero, se marchó a la radio de Vocento para pasar completamente inadvertido; le siguió los pasos Iñaki Gabilondo, el gran triunfador que, tras haber llegado a lo más alto en la SER decidió cambiar de aires y marcharse a Cuatro, donde le siguen cuatro gatos.
Ahora le llega el turno a FJL, el ínclito Losantos, que, expulsado del paraíso de la COPE, ha decidido montarse por su cuenta, cual autónomo de a pie, y crearse su propio chiringuito radiofónico. Mucho me temo que seguirá la misma suerte. Excepción hecha de las senectudes hitlerianas, sus fanáticos incondicionales, ese ejército de cruzados dispuestos a cualquier cosa por su líder, me da que en su nueva etapa FJL se va hundir en el mar de la EGM. Por lo pronto, la mayoría de su equipo, excepción hecho de su subdirectora, ha decidido no acompañarle en su odisea; tres cuartos de lo mismo pasa con sus colaboradores y tertulianos, que no están por la labor de rebajar su caché para irse a un proyecto incierto.
Lo que parece claro es que, en contra de lo que muchos egocéntricos periodistas creen, las audiencias no son suyas, sino de los medios. Evidentemente, arrastran seguidores, pero ningún hincha del Real Madrid seguidor de Morientes, pongamos por caso, se hizo del Mónaco o del Valencia cuando se fue a estos equipos.
Afortunadamente, la gente no está por los divismos. Cree en los proyectos, en las empresas, en unos ideales, no en las personas. Las personas pasan y las empresas quedan. Nadie es imprescindible, por mucho que enarbole la bandera de la verdad -su verdad-, la libertad -su libertad- o la integridad -su negocio-. Nadie representa valores porque los valores están muy por encima de las personas que hablan en su nombre, llenándoseles la boca de grandes palabras. Cada uno es fiel, única y exclusivamente, a si mismo y a FJL, como a todos los demás, les interesa, fundamentalmente, tener más oyentes que el resto para que su programa ingreso más dinero por publicidad y, así, enriquecerse un poco más. Ni más ni menos.
Por tanto, si el poderoso turolense cree que será capaz de llevarse a todos sus oyentes -que tampoco eran tantos, recordémoslo, pues era el tercero del ránking de la mañana, con 1.381.000 oyentes según la última oleada del EGM, a mucha distancia de Herrera en Onda Cero y a años luz de Francino en la SER-, va da dado. Y si no, al tiempo.

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