Vale que tirando de hemeroteca pude comprobar que algunos medios y agencias españoles se habían hecho eco de su muerte, pero no me parece lógico que alguien con una vida como de Wilebaldo Solano, más allá de su ideología y de su filiación política, nos deje en silencio. Con su marcha nos ha dejado un testigo directo de nuestra historia reciente, alguien que fue testigo directo de sucesos como las batallas internas entre la el POUM y el estalinismo durante la Guerra Civil en Cataluña. Se ha ido alguien que nunca renegó de sus ideas -por absurdas que me pueda parecer- y que desde Francia en el exilio y luego desde Barcelona, lucho por preservar esa memoria.
Ejerció Solano además de periodista en la agencia France Press entre 1953 y 1981 y escribió también un libro sobre el POUM y su líder, Andreu Nin.
Y este hecho no es más que una muestra de esa famélica memoria de España, esa capacidad que tenemos para el olvido, para enterrar nuestro pasado, para guardar a nuestros muertos en los armarios de la vergüenza.
No comulgo con ni una sola de las ideas de alguien que siempre creyó en el socialismo rupturista y revolucionario y que siempre quiso acabar con el capitalismo, pero no deja de admirarme su azarosa vida, su lucha, lo que ha visto y vivido, su pasado como preso del franquismo y de la Francia de Vichy durante la ocupación nazi de Francia, la creación de una unidad guerrillera española, el Batallón Libertad...
En fin, que cada vez quedan menos testigos directos de una época clave de la historia.
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