domingo, 17 de octubre de 2010

Los últimos artesanos del periodismo

Mientras los grandes medios se debaten entre la comunicación 2.0 y el apego al papel, mientras los periodistas de postín discuten si su futuro será digital, impreso o si no será, mientras los gurús ponen fecha a la defunción definitiva de los periódicos, tal y como hoy en día los conocemos… mientras todo esto ocurre aún quedan pequeños reductos donde el periodismo todavía es un oficio artesanal realizado con mimo, donde los periodistas siguen pateando la calle y tratando a las fuentes cara a cara, donde el trabajo se sigue haciendo por amor al arte, por vocación, porque sí.

Son multitud los municipios españoles en los que se editan pequeñas publicaciones que sobreviven a duras penas y que salen adelante con el esfuerzo de unos pocos, periodistas o no, aprendices en cualquier caso. No hay registros ni datos oficiales; no se saben cuántos son ni cuantos ejemplares publican; no están apenas organizados –no hay ninguna asociación específica de prensa de información local- ni son noticia más allá de su ámbito, pero ahí están, saliendo a la calle cada semana, cada quincena, cada mes, cuando se puede, cumpliendo una labor social nunca lo suficientemente reconocida.

Y permítanme que ponga mis ojos en un caso concreto, una pequeña publicación que ha cumplido este 2010 95 años de vida, ahí es nada, que ve la luz en el municipio onubense de Isla Cristina –es la más antigua de Huelva y la tercera de Andalucía-, que ha sobrevivido a una guerra, infinitas crisis, a la monarquía, la república y la dictadura, a ayuntamientos democráticos de todos los colores… y ahí sigue, manteniéndose a flote gracias a la publicidad y la venta de ejemplares, saliendo adelante no sin dificultad, sin subvenciones, sin ayudas y sin mendigar.

Me estoy refiriendo a “La Higuerita”, un milagro del periodismo que tiene una periodicidad quincenal, que es de pago -1,50 euros- y que cuenta con una tirada de 1.300 ejemplares y una audiencia de 9.000 lectores para una población de 20.000 habitantes. Además, no sólo se vende en los quioscos y librerías de la localidad, sino que, vía suscripción, alcanza todos los rincones de España y alguno que otro de más allá de nuestras fronteras. Y es que no sólo se trata de un medio de comunicación, sino que este tipo de publicaciones son también el cordón umbilical que mantiene unidos a muchos ausentes con sus pueblos de origen. Y si a algún punto no llega con el papel, también dispone de una edición digital –www.periodicolahiguerita.com- que, en poco más de un año de vida, ronda las 200.000 visitas. Y es que, la tradición y las nuevas tecnologías no tienen por qué estar reñidas.

¿Qué cómo se logra algo así con la que está cayendo? Pues gracias a la labor de periodistas si no de formación, sí de vocación; gracias a personas que dedican sus ratos libres a escribir, a hacer fotografías, a entrevistar a los personajes más representativos de su ámbito, a hablar con la gente, a redactar gacetillas y crónicas de vida social. A plasmar, en definitiva, las pequeñas realidades de la vida cotidiana, a hacer periodismo local, hiperlocal si me apuran ahora que este término está tan de moda, a hacer periodismo de verdad, del bueno, del que no espera nada a cambio.

Y aunque en los últimos años han ido apareciendo en municipios de cierta entidad publicaciones locales gratuitas pertenecientes a grupos de comunicación –caso de Publicaciones del Sur, en Andalucía; Gacetas Locales, en Madrid; o Gente, en todo el territorio nacional-, su forma de trabajar, su “estandarización”, su propia estructura, poco o nada tienen que ver con este tipo de prensa local artesanal a que nos referimos, independiente y que se mantiene, no como un negocio –cuánta prensa ha nacido al abrigo de la publicidad institucional y las subvenciones- sino casi como una institución.

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