viernes, 20 de febrero de 2009

¿Para quién escriben los periodistas?

No sé hasta qué punto somos conscientes los periodistas de nuestro poder real, de nuestra capacidad para influir en la gente, para moldear su forma de pensar, para amueblar su ideario. Si bien es cierto que cada cual elige los medios a través de los que se informe en función de su ideología, no lo es menos que muchos son capaces de creerse a pies juntillas cada cosa que leen, escuchan o ven. Hay una campaña de COPE que dice algo así como "Lo dice la radio. Lo dice la COPE" que se ajusta fielmente a la realidad.
¿Cuántas veces no habremos oído a alguien decir "es que lo ha dicho la tele" o "es que lo he oído en la radio", como si, con eso, fuese suficiente para darlo algo por cierto? ¿Acaso no hemos escuchado a nadie repetir, como una letania, teorías conspirativas difundidas interesadamente por determinados medios, como si fuesen la biblia? Conozco a más de uno y a más de dos que repiten, punto por punto, noticias difundidas por el medio para el que trabajo, sabiendo yo que no se ajustan fielmente a la realidad y que responden a intereses no muy confesables de la empresa, y lo hacen con tal fidelidad, con tal candidez, que cuesta mucho no sacarles del engaño.
Lo triste es que la audiencia, los lectores, siguen a los medios como el rebaño al pastor, sin sospechar siquiera que al pastor le importa un carajo el ganado, más allá de su capacidad de formar parte de las cifras de OJD y EGM.
No nos engañemos. Los periodistas no escriben pensando en el receptor del mensaje, sino que lo hace, únicamente, para satisfacer su propio ego -llámese conseguir exclusivas, llámese repercusión mediática de una noticia- y pensando sólo en los demás medios. Es decir, lo que busca un medio es estar en boca del resto de medios, así de sencillo. El éxito de una noticia radica, no en un aumento de las ventas -para eso ya están las promociones- o del número de oyentes, sino en cuando se hable al día siguiente en el resto de diarios, emisoras y televisiones de esa noticia.
Todo el periodismo no es más que un círculo vicioso mediático, con la única particularidad de que ese juego está a la vista de todo el mundo.

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